¿Qué recuerdo llevo grabado en mi corazón y lo tengo conmigo a diario?
Al fallecer Eugenio en 1861, se encontró en su breviario una tarjeta con la imagen de María. Al reverso había escrito:
Imagen preciosa para un padre desolado e inconsolable. Fue besada dos veces dulcemente por nuestro queridísimo P. Suzanne unos instantes antes de su santa muerte (31 de enero de 1829).
La celestial sonrisa dibujada en su rostro cuando me miró inmediatamente después como para agradecerme, expresaba con fuerza todo lo que este hombre bienaventurado quería expresar de amor y confianza en su buena Madre, nuestra gran patrona, María.
¡Hijo mío, tus rasgos y virtudes están grabados en mi alma con caracteres imborrables! Te querré ausente, como te quería cuando eras la alegría de mi vida. ¡Qué digo, ausente! ¿No estás continuamente vivo en mi corazón, presente en mi pensamiento?
Amadísimo hijo ¿quién me consolará de tu pérdida? ¿El recuerdo de lo que fuiste para mí? ¡Ya no te tengo más! ¿El pensamiento de la felicidad eterna que gozas? Llámame a tu lado, para que yo la comparta.
Éste a quien llamaste «tu todo» después de Dios
Carlos José Eugenio de Mazenod, O.M.I.
Reflexiones sobre la muerte del P. Suzanne, Marzo 9, 1829, EO XV núm. 159
“Nuestros muertos nunca lo están para nosotros, hasta que los olvidamos.” George Eliot
