El 3 de mayo escribí: “Doscientos años han pasado desde que Eugenio y sus primeros compañeros expresaron la visión de fundación por escrito y a través de sus acciones. Hoy en día, esta visión inicial continúa inspirándonos, expresada en especial en nuestra Regla de Vida, modificada en 2012. Nuestras primeras diez Constituciones captan la visión de la fundación y el espíritu que nos sigue inspirando, expresado a través de dos siglos. En los próximos días lo compartiré con ustedes.” Desde entonces hemos explorado la visión y el espíritu, y seguimos haciéndolo ahora al reflexionar en nuestra misión.
Nuestra misión, en efecto, nos lleva en todas partes principalmente hacia aquellos cuya condición está pidiendo a gritos una esperanza y una salvación que sólo Cristo puede ofrecer con plenitud. Son los pobres en sus múltiples aspectos: a ellos van nuestras preferencias.
CC&RR, Constitución 5
El P. Fernando Jetté, Superior General de los Oblatos (1974 – 1986), fue un escritor talentoso al reflexionar sobre nuestro carisma. Al explorar nuestra espiritualidad Mazenodiana, reflexionemos con él en esta Constitución de nuestra Regla de Vida:
“La opción preferencial por los pobres ha estado con los Oblatos justo desde el momento de su fundación.
¿Quiénes son los pobres, en cuanto a nosotros respecta? De acuerdo a las épocas, entornos, necesidades y susceptibilidades particulares, algunos han tenido la tendencia a considerar en especial la situación de pobreza material, mientras que otros vieron la situación de pobreza espiritual o descuido en algún grupo u otro. En el caso del Fundador, y tradicionalmente en nuestro instituto religioso, se han considerado ambas formas de pobreza; la segunda, sin embargo, siempre ha sido el elemento específico de nuestra misión.
El Fundador se refiere a los más pobres, a los más descuidados, a los más abandonados y utiliza estas expresiones para darles el mismo significado. Antes que nada, tuvo en mente la ignorancia en la religión y a menudo la desdicha espiritual bajo la cual esos pobres trabajaban. La mayor parte del tiempo esas personas y grupos también vivían en situaciones precarias o lamentables materialmente, que los marginaban respecto a los cristianos que eran más prósperos. Generalmente el ministerio ordinario de la Iglesia no llegaba a esta gente pobre. Para establecer contacto con ellos, debieron darse pasos especiales, distanciarse en cierta forma de los entornos opulentos, adentrarse en territorios desconocidos, aprender un nuevo idioma. En algunas ocasiones debemos también dejar nuestro país, pues los pobres pueden estar en lugares alejados, muy asilados o de difícil acceso, donde pocos sacerdotes o misioneros desean o pueden ir”.
F.Jetté, OMI The Apostolic Man, pp. 60-61
Lucas 4:18: “ El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar a los pobres la buena noticia de la salvación.”
Lucas 6:20: Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.