LA CERTEZA DE ALGO QUE TIENE SENTIDO, SIN IMPORTAR EL RESULTADO

Al verse a él mismo y al mundo a través de los ojos del Salvador Crucificado, Eugenio tuvo la firme certeza de ir a una vida de oblación completa, al servicio del Salvador. La señora de Mazenod no estaba nada convencida y su hijo reacciona:

me entristece por otra parte que sufra tanto por verme ingresar al estado al que Dios me llama, y que considere como una calamidad lo que debería ser motivo de alegría.

Eugenio debió utilizar toda su capacidad de persuasión para convencerla de que no se trataba de una decisión apresurada y que su discernimiento había requerido mucha consulta y reflexión.

Me dice que hay que pensar mucho antes de tomar una determinación tan seria. Sin duda alguna, hay que pensar y probarse, pero ¿ha de durar ese examen toda la vida? Nunca una resolución ha sido discutida con más madurez y más tiempo que ésta que tomo.

Describe su minucioso proceso de discernimiento.

En la próxima Navidad, cuando probablemente reciba el subdiaconado, serán tres años que examino este asunto; más de un año de prueba en el seminario, después de consultar todo con directores, para saber si una vocación que viene desde que tengo razón, que me hace pisotear la seducción de la vanidad, renunciar a todas las ventajas encontradas en otra parte, pasar por encima de consideraciones que hubiesen conmovido a los más firmes, dominar por último un corazón tan fácil de conmoverse y acostumbrado al mando, para saber si esa vocación viene de Dios.

Termina apelando al amor por su madre, que nunca le permitiría lastimarla – aunque el amor a Dios es primero.

¡Dios mío! si el Señor no me inspirara esta resolución ¿hubiese resistido la sola idea de hacerle derramar lágrimas? Responda usted, que conoce bien mi corazón.

Carta a su madre,  Abril 4, 1809, EO XIV núm. 50

Se trataba de la certidumbre de alguien que había experimentado ser amado desde la cruz por Quien dio todo por él. Esta certidumbre le dio sentido a su vida y a su llamado.

Tal vez mi vida y la de ustedes no nos ha llevado aún a la misma certidumbre y convicción– y aun así la misma mirada de amor y los brazos abiertos del Salvador en la cruz nos invitan a permitirle dar sentido a nuestras vidas… pidamos la ayuda de San Eugenio para responder tan generosamente como él lo hizo. ¡Eso cambió su vida!

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“Definitivamente la esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo resultará bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar el resultado.»     Vaclav Havel

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