Nueve días después de sus instrucciones al P. Mie, la paciencia de Eugenio con el celo mal ubicado de este misionero, comienza a desaparecer.
Le había dicho que no predicara más que una misión cuando salió de Marsella y hasta le había fijado el tiempo, para que descansara antes del retiro de Fuveau, que debía ser inmediatamente antes del nuestro, y se mete usted en un problema del que no puede salir. Son sólo dos y buscan trabajo para seis. Van de un pueblo a otro, separándose, contra el deseo de nuestras Reglas que bien conocen, y sin siquiera considerar el menor descanso para usted y su compañero. Por más que le digo que se detenga, que tome aliento, siempre está en movimiento.
Carta a Pierre Mie, Octubre 11, 1826, EO VII núm. 257
“Cuídate de la aridez de la vida ocupada.” Sócrates