Ahora que la Iglesia había dado su aprobación para nuestra existencia y la de nuestras Constituciones y Reglas, ya no nos pertenecían, sino a la Iglesia, que nos comisiona a vivir nuestras vidas de acuerdo a ellas. Eugenio podía ahora declararse haber sido sólo un instrumento.
Aquel de quien Dios se sirvió para redactarlas desaparece; hoy es seguro que él no era más que el instrumento que el Espíritu de Dios ponía en juego para manifestar el camino que deseaba siguieran aquellos que Él había predestinado y preordenado para la obra de Su misericordia, llamándoles a formar y mantener nuestra pequeña, pobre y modesta Sociedad.
Carta a Henri Tempier y todos los Oblatos, Febrero 18, 1826, EO VII núm. 226
A partir de entonces, Eugenio nunca vuelve a referirse a él mismo como autor de la Regla de Vida. Siempre se refiere a él como el instrumento que Dios utilizó para manifestarnos Su voluntad.
“Sólo deseo hacer la voluntad de Dios. Y me ha permitido ir a la montaña. ¡He buscado y visto la tierra prometida! Puede que no llegue a ella con ustedes, pero quiero que sepan esta noche que alcanzaremos la tierra prometida.” Martin Luther King, Jr.