La impresión que prevalecía en Roma era que el Papa no estaba aprobando formalmente ninguna nueva congregación religiosa. En vez de ello, daba su bendición a su labor y les animaba a continuar – sólo por “gracias e indulgencias”. Eugenio requería la aprobación formal para lograr una situación confirmada y protegida que no pudiera ser ignorada o cancelada por los obispos locales de Francia. Fue por ello que intentó por todas las formas posibles de lograrlo.
No he visto todavía al Santo Padre, y no lo siento, porque no estaba preparado para ello. Sólo ayer he terminado la súplica que me propongo entregarle; he llenado cuatro páginas de gran formato. Antes de redactarla, he tomado aliento.
¿Os lo diré? Se me han dado pocas esperanzas. El cardenal De Gregorio a quien había sido calurosamente recomendado en Turín, y que me ha tratado con mucha amistad, que me ha invitado a comer y tenido mil atenciones, me ha dicho positivamente que no creía que el Papa, diera su aprobación final y formal; que podría sin embargo, con unos favores e indulgencias reconocer y como aprobar indirectamente…
He rogado al Cardenal preparara al Papa en favor mío, creo no dejará de hacerlo. Había visto antes al Cardenal Vicario, que probablemente le habrá hablado de mí. Por poco que tarde la audiencia, otros Cardenales podrán prestarme el mismo servicio. Mientras tanto no he perdido el tiempo, y ya que las gracias deben, a falta de lo demás, significar algo, he pedido cantidad de ellas. He ido para eso al Prelado Secretario de la Propaganda que está dispuesto a no negarme nada. Presentará incesantemente mis peticiones al Papa
Carta a Henri Tempier, Diciembre 9, 1825, EO VI núm. 211
“El trabajo duro se sobrepone a muchos otros obstáculos. Puedes tener una inteligencia increíble, tener conocidos, puedes tener oportunidades caídas del cielo, pero al final, el trabajo duro es la característica real y duradera de la gente exitosa” Autor desconocido