AUNQUE ABSORBIDOS EN DIOS, AMAREMOS TODAVÍA Y MUCHO A NUESTROS AMIGOS

Después de hacer un largo paréntesis para explorar lo que había detrás de la elección de Eugenio del nombre de Oblatos de María Inmaculada, es tiempo de volver a la narración de los eventos sucedidos en Roma. Eugenio había salido de Marsella el 26 de octubre y llegado a Roma el 26 de noviembre. El 9 de diciembre escribió a Tempier, expresando su añoranza por volver con su familia Oblata en Francia:

En cuanto a mí ya tendría de sobra en Roma; no puedo acostumbrarme a vivir separado de aquéllos que amo, no tengo gozo fuera de ellos ¡Oh!, qué bien estaremos en el cielo cuando estemos todos juntos! No habrá entonces viajes ni separación, y aunque absorbidos en Dios, amaremos todavía y mucho a nuestros amigos. 

Eugenio hace mención entonces de un punto esencial para su vida y bienestar – la necesidad de expresar afecto. Su personalidad necesitaba estar rodeado de afecto, con gente a su alrededor que pudiera amar y experimentar la calidez de su amistad. A menudo expresa este sentimiento de afecto, al señalar el afecto de Jesús, que algunos ascéticos y místicos trataron de ignorar. Para él, Jesús fue el modelo de nuestra vida afectiva.

La visión intuitiva de Dios no impedía a Jesucristo amar a los hombres, y entre ellos a unos más que a otros. He ahí el tipo, aunque disguste a los místicos refinados, quienes a fuerza de perfección, desearían darnos otra naturaleza, que ciertamente no valdría la que tenemos de Dios. ¡Tanto es así que no hay felicidad para mí fuera de los míos! 

Se sentía solo y frustrado por la lentitud de los funcionarios de la iglesia romana – de ahí su añoranza por volver al ambiente amoroso de su familia religiosa.

Juzgad según eso si no debo acongojarme viendo la marcha de las cosas aquí. Es un país donde hay nueve meses de vacaciones al año. Los asuntos se resuelven por consiguiente muy lentamente.

 Carta a Henri Tempier, Diciembre 9, 1825, EO VI núm. 211

 

“Las palabras nunca fueron inventadas para explicar por completo el aura de paz que nos rodea cuando estamos en comunión con las mentes que comparten los mismos pensamientos.”     Eddie Myers

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