LO ADOPTÉ Y LO HE CONSIDERADO SIEMPRE COMO HIJO MÍO

¿Estás decidido mi querido amigo, a pedirme las dimisoriales de Telmon para la tonsura? Un joven que nos ha dado disgustos hasta el otro día…

Carta a Hippolyte Courtès, Noviembre 24, 1824, EO VI núm. 159

Hoy encontramos a Adrien Telmon por primera vez. Se trata de uno de los personajes más coloridos de nuestra historia Oblata. Tendremos muchas oportunidades para conocer su celo ardiente, sus logros y en ocasiones comportamiento fuera de lo común. Eugenio había percibido la bondad en Telmon a sus 15 años y permanecido a su lado en los tiempos difíciles – y también había sido algo duro y realista al bajarlo de las nubes.

Yvon Beaudoin se refiere a él en el Diccionario Histórico: Adrien Telmon nace en Barcelonnete, diócesis de Gap, el 8 de septiembre de 1807, hijo de Madeleine Caire y de François Telmon, carpintero de profesión. Recibe una educación muy cristiana, en parte gracias a una religiosa que vivía con la familia por razón de enfermedad. A los nueve años se le admite a la Primera Comunión y, al parecer, “se entrega a los estudios con tanto celo y con tan éxito que a los catorce años terminó sus clases de latín” (Notices nécrologiques, t. III, p. 499).

Tras la misión en Barcelonnette, predicada por el Fundador y sus compañeros del 20 de abril al 20 de mayo de 1822, Adrien siguió a los misioneros hasta Aix. Mons. de Mazenod escribe en su diario el 1 de mayo de 1837 :

Lo agarré de la camiseta, por así decirlo, durante la misión de Barcelonnete. ¿Qué edad tenía entonces?. Quince o dieciséis años, no sé, sea como fuera, no me llegaba más que a la cadera. Tenía todos los aires de un niño pequeño. Sin embargo lo adopté y lo he considerado siempre como hijo mío, le proveí de todo lo que necesitaba, le procuré una educación. Finalmente, lo admití en la sociedad y lo llevé hasta el sacerdocio, a pesar de que me hiciera pasar algunas inquietudes durante su escolasticado y de que una vez se fugara de la casa de Aix.

 

“La nieve y la adolescencia son los únicos problemas que desaparecen si los ignoras por el tiempo suficiente.” Earl Wilson

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