DONDE HAY LUTO, HAY DANZA

Tras días de enfermedad, el padre de Eugenio, el Presidente Charles Antoine de Mazenod murió el 10 de Octubre de 1820. El biógrafo Rey cuenta que “el Padre de Mazenod mostró una admirable piedad filial. Se entregó con infinita dedicación a aliviar a su padre de sus dolencias físicas y le ayudó espiritualmente en sus cuestiones religiosas.” (Rey I p. 256- 257). El propio Eugenio escribió:

Mucho me habéis emocionado, mis queridos amigos, con el testimonio que me habéis demostrado en la desgraciada circunstancia de la muerte de mi respetable padre… Su muerte ha sido de las más edificaciones. Quiera Dios que pueda gozar al terminar mi vida de tan bellos sentimientos.
¡Qué consuelos proporciona la religión en ese momento supremo al hombre que vive en la fe! Es evidente, por encima de la naturaleza.
¡Qué paz, qué santa seguridad, qué dulce confianza, pero también qué avidez de oír hablar de Dios, qué agradecimiento por sus beneficios, qué humildad! Era encantador y desgarrador a la vez. Se ha dormido en el Señor que le tendrá en cuenta tantas virtudes..

Carta a los estudiantes y novicios, en Ntra. Sra. del Laus, el 24 de octubre 1820,
E.O. VI n.55

 

En este mundo loco, hay una enorme distinción entre buenos y malos tiempos, entre la tristeza y el gozo. Pero a los ojos de Dios, nunca se separan. Donde hay dolor, hay curación. Donde hay luto, hay danza. Donde hay pobreza, ahí está el Reino.”    Henri J. M. Nouwen

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