Eugenio tenía razones para estar orgulloso de la ordenación y primera Misa de Hippolyte Courtès – él había sido su mentor tanto en la Congregación de la Juventud como después, en su formación como Misionero. La intensa emoción de Eugenio durante estas ceremonias fue, no sólo por la amistad humana que tenían, sino porque el objetivo de su ministerio era llevar a los demás a tener una relación más profunda con Dios.
Era reflejo del vínculo entre Pablo y Timoteo, cuando Pablo lo describe como: “Timoteo, verdadero hijo en la fe” (I Tim 1:2).
La dicha de Eugenio fue la de un padre espiritual que se regocija en la presencia de Dios del trabajo del joven:
La misa ha durado hora y media, y no la veo demasiado larga, pero todos la encontraron demasiado corta…
No se trata de fe en esos momentos felices, no se piensa sólo, se ve, se siente, se toca.
No, no se toca la tierra, se halla uno sin darse cuenta como en plena comunicación con el cielo.
Se está, en una palabra, como se estará cuando, despojados de esta envoltura de carne, nos será dado contemplarlo cara a cara. Por eso ¿en qué arrobo no estábamos todos?
Carta a Adrien Chappuis, el 31 de julio 1820, E.O. XIII n. 31
“ Por esta razón os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, y él os recordará mis caminos, los caminos en Cristo, tal como enseño en todas partes, en cada iglesia.” 1 Corintos 4:17
La Tierra está llena del cielo
Y cada arbusto común es fuego de Dios.
Pero sólo los que lo ven se quitan sus sandalias;
Los demás se sientan a su alrededor y recogen moras.
Elizabeth Barrett Browning