MI HERMOSA CONGREGACIÓN CRISTIANA DE LA JUVENTUD

El Archivo General OMI de Roma tiene los originales de 238 cartas escritas por los miembros de la Congregación de la Juventud a Eugenio. Releyendo una de ellas unos 20 años después Eugenio escribió:

Este testimonio me es querido. Parte de un buen sacerdote al que estimo tanto como lo he amado siempre y remonta a los primeros años de mi ministerio cuando este buen Leblanc estaba entre los más fervorosos discípulos de mi hermosa Congregación de la juventud cristiana, de la que fue uno de los primeros.

Diario del 18 de febrero 1838, E.O. X

26 años después de la fundación de la Congregación de la Juventud Eugenio recuerda:

Respondí al Sr. obispo de Metz que mi única ambición era consagrarme al servicio de los pobres y de la infancia. Hice así mis primeras armas en las cárceles y mi aprendizaje consistió en rodearme de muchachos a los que instruía. Formé a muchos en la virtud. Llegué a ver hasta 280 agrupados a mi alrededor, y los que todavía hoy se mantienen fieles a los principios que tuve el gusto de inculcar en sus almas y honran su fe en los rangos de la sociedad o en el santuario, sostendrán por mucho tiempo, en Aix o en los lugares donde se han dispersado, la fama que esa congregación se había ganado justamente mientras pude brindarle mis cuidados.

Diario del 31 de marzo 1839, E.O. XX

Cuando Eugenio llegó a ser Vicario General de Marsella en 1823 y tuvo que dejar que Aix el dinamismo de la Congregación de la Juventud comenzó a decaer. Ésta continuo como uno de los ministerios de los Misioneros dde Aix pero no volvió a tener ni los numeros ni el vigor de los años en que Eugenio con su fuerte personalidad la sustentaba.

Para el desarrollo de los Oblatos de María Inmaculada esos 10 años, 1813-1823, son importantes ya que las actividades de Eugenio con los jóvenes fueron el humus y el filtro para las ideas y el ímpetu que él iba a dar a sus Misioneros. Eugenio había salido del seminario como un joven sacerdote repleto de idealismo y entusiasmo para darse a sí mismo al ministerio del Salvador. El fue capaz de verter todo esto en las incontables horas que dedicó a los jóvenes. Desde este crisol el fue capaz de dejarse moldear a sí mismo por su Salvador de quien era un generoso instrumento.

De este modo llegó Eugenio a su misión de ser el fundador de la congregación religiosa de los misioneros Oblatos, con la experiencia de cómo comunicar una visión, de cómo ser un instrumento para la formación de la gente, de cómo organizar grupos y de como inspirar a esos grupos para vivir tras los ideales más íntimos de su corazón. El había intentado y puesto a prueba los métodos de composición de una regla de vida, de organización de las estructuras administrativas de un grupo y de los métodos de comunicación para trasmitir a otros un espíritu y un ideal.

La juventud había formado a Eugenio para llegar a ser el fundador de una gran familia misionera. El niño es efectivamente «padre para el hombre» (Wordsworth).

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