El Jueves Santo marcó dos importantes eventos para San Eugenio: su primera comunión y su voto personal al decir “sí” a Dios en la noche en que los cristianos hacen vigilia con Jesús en el huerto de Getsemaní, cuando Jesús dijo “sí”.
Les invito a pasar un rato de silencio con Jesús en su agonía en el huerto. Con todo lo que ocurre a nuestro alrededor, nosotros también necesitamos ser fortalecidos..
Así es como Eugenio y su compañero Oblato más cercano, Henri Tempier, pasaron esa noche en 1816:
En resumidas cuentas, el P. Tempier y yo creímos no había que aplazarlo más, y el jueves santo (11 de abril de 1816), en recogimiento ambos bajo el andamio del hermoso monumento que habíamos hecho en el altar mayor de la Iglesia de la misión, hicimos los votos la noche de ese santo día. Hicimos nuestros votos con una alegría indecible y saboreamos nuestra dicha toda esa hermosa noche, en la presencia de nuestro Señor…
Rambert I, pág. 187
Este tiempo de reflexión evoca el tiempo que pasó Jesús en oración en el Huerto de Getsemaní, mientras luchaba con los sucesos de ese momento. El “no como yo quiero, sino como quieres tú” (Marcos 14:36) de Jesús al Padre, se convirtió en el compromiso al “no como yo quiero, sino como quieres tú” de Eugenio y Henri Tempier al Padre, y en consecuencia, la clave para entender el significado de la entrega personal que conocemos como “oblación.”
Al encontrarnos hoy en el Huerto de Getsemaní, unámonos unos a otros al darnos fortaleza mutua en nuestra lucha en soledad (“Oraison”).
Altar de los votos. Ahora en Roma.


“Busqué, esta felicidad, fuera de Dios, y para mi desdicha por demasiado tiempo…”– escribe durante un retiro, algunos años más tarde (1814). En este vacío, encuentra a alguien que lo ama sin medida. Así, sus pecados se disuelven en las lágrimas causadas por el abrazo de Cristo, y esta experiencia lo marca para el resto de su vida: “¿Puedo olvidar estas lágrimas amargas que la visión de la Cruz hizo que mis ojos derraman un Viernes Santo?” “Feliz, mil de veces feliz que haya tenido, a este buen Padre, a pesar de mi indignidad, que derramó sobre mi toda la riqueza de sus misericordias.” Esta experiencia no se limita sólo a su vida interior: “A menos que repare el tiempo perdido redoblando mi amor por él.” Poco tiempo después, Eugenio quiso compartir esta experiencia de la misericordia con otros y este celo por las almas va finalmente a dar nacimiento a los Oblatos.