LA NUEVA SITUACIÓN POLÍTICA REQUIERE LA GUÍA DIVINA

El nuevo gobierno provisional francés había decidido establecer una asamblea constitutiva para gobernar la nueva República de Francia.  La decisión fue que los miembros fueran elegidos por voto universal, en el que todos los hombres de Francia participaran.  Por vez primera, todos los hombres, sin importar su pobreza o irrelevancia, podrían ser parte de un privilegio que antes solo era para la clase adinerada.

El Obispo Eugenio dirigió una carta pastoral a la gente de Marsella, remarcando su responsabilidad de votar, aunque debían pedir la guía de Dios en el proceso.

“En medio de las serias preocupaciones que tenemos en mente, en este momento los cristianos tenemos la necesidad de toda la ayuda celestial.  Los corazones de los hombres y mujeres creyentes claman con urgencia a la Divina Providencia, que hace del consejo humano fructífero o ineficiente, que genera y completa todo suceso a lo más vasto y lo más pequeño, lo más probable y lo menos previsto.

Ciertamente nunca ha habido una ocasión más solemne para invocar la ayuda del Todopoderoso con mayor fervor. El destino de nuestra nación está en nuestras manos, pero «mi destino está en tus manos”  (Salmo 30-31,16). ¿Cómo podemos no rogarle que nos ayude, que nos guíe, para asegurarnos de que la gran y difícil tarea que está próxima tenga éxito, por el bien de todos?”

Carta Pastoral del Obispo de Marsella, en ocasión de las elecciones generales y próxima apertura de la Asamblea Nacional, Marzo 20, 1848

REFLEXIÓN

«En primer lugar pido que se ore por todos, que se pida a Dios que supla las necesidades de la gente y bendiga a la humanidad. Oren también agradeciendo a Dios la respuesta a esas oraciones. Que se ore por los reyes y todas las autoridades para que tengamos un ambiente de paz y tranquilidad, donde sea posible adorar y respetar a Dios. Eso es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador». (1 Timoteo 2:1-3)

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REUNIÓN FRATERNA, QUE ES SÍMBOLO DE LA CARIDAD Y LA UNIÓN QUE DEBE REINAR EN TODOS LOS CORAZONES, PARA FELICIDAD Y GLORIA DE LA NACIÓN Y PARA PROSPERIDAD DE LA REPÚBLICA

La nueva República parecía tener un buen presagio para la Iglesia, y Eugenio escribió en su diario:

“Parece que en esta revolución se ha decidido rendir homenaje a la religión y sus ministros, siendo una razón para prestarse a ciertas exigencias”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 15, 1848, EO XXI

Una de dichas exigencias fue que el Obispo asistiera a una comida al aire libre por los habitantes de Marsella, en celebración de la República.

“Así pues, fui a esa inmensa reunión. Apenas entré al lugar, miles de voces gritaban: “¡Viva monseñor! ¡Viva la religión!” En todas partes esos vítores se habían repetido a mi paso, acompañándome hasta el lugar que me habían preparado…”.

Hubo muchos discursos y Eugenio optó por no dar uno, aunque escribió:

 “Yo más o menos habría dicho estas palabras:

Con placer acudí a la amable invitación recibida para estar en medio de ustedes en esta fiesta de familia. Es un consuelo para un padre sentarse a la mesa de sus hijos, sobre todo al ver a su lado a este joven e inteligente comisario del gobierno, que ha sabido conquistar la simpatía, la estimación y el afecto de toda nuestra población, y a los magistrados aquí reunidos, a quienes la ciudad tanto reconocimiento debe; a esta guardia nacional tan admirable en su dedicación, y a estos soldados, honor de la patria, etc. “. Deseaba considerar mi alocución como una especie de bendición de la mesa, habiendo podido añadir: “Mis bien amados hermanos, a fin de que en este día solemne nadie pueda exponerse a transgredir las santas leyes de la Iglesia, otorgo a todos los presentes en este banquete (había para cada uno una rebanada jamón y una de salchichón, un pan y una botella de vino), la dispensa de la abstinencia cuaresmal (Domingo de Ramos). Y ruego a Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que derrame sus bendiciones sobre esta reunión fraterna, que es símbolo de la caridad y la unión que debe reinar en todos los corazones, para felicidad y gloria de la nación y para prosperidad de la República”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 16, 1848, EO XXI

REFLEXIÓN

«La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar cómo resulte”. (Vaclav Havel)

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SOLO LAS BAYONETAS HABRÍAN PODIDO HACERME DAR UN PASO ATRÁS. NUESTRO LUGAR ESTÁ EN MEDIO DE NUESTRO REBAÑO

“2 de marzo. Aquí todo está en calma. Pude continuar mis tareas atravesando la ciudad sin el menor inconveniente.

Ayer el Comisario del Gobierno provisional llegó para proclamar la República y arreglar los asuntos de ese departamento. Esta mañana, en su primera visita vino a verme y me pidió organizar un servicio para las víctimas de estos días, lo cual no me costó aceptar.

Nuestra población ha sido admirable en estas delicadas circunstancias. Te habría sorprendido  el interés que me han mostrado. El otro día tuve que atravesar a pie nuestros barrios antiguos para administrar la confirmación a un enfermo y se llamaban al verme pasar para pedirme la bendición. He visto en todas estas manifestaciones un afecto filial, una especie de alegría que me hizo creer que estaban convencidos que podía sentirme comprometido en esos asuntos o que me había retirado. Ciertamente solo las bayonetas habrían podido hacerme dar un paso atrás. Nuestro lugar está en medio de nuestro rebaño”.

Carta al P. Hippolyte Courtès en Limoges, Francia, Marzo 2, 1848, EO X núm. 968

Devolví la visita al Señor comisario del Gobierno, quien me recibió con la más respetuosa atención. Tanto él, como su señor padre, presente en nuestra entrevista, parecían muy satisfechos con mi trabajo. Si lo creemos, el gobierno quiere respetar la religión, y me han asegurado estar dispuestos a apoyarme en todo lo que les sea posible”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 3, 1848, EO XXI

REFLEXIÓN

«Si deseas reconstruir tu país y tener unidad, es necesario curar las heridas del pasado.  Me encuentro trabajando con personas que lucharon fuertemente contra mí antes de las elecciones, y era mi responsabilidad, como líder del partido mayoritario, curar las heridas del pasado y trabajar con quienes fueron mis oponentes”.

Nelson Mandela

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1848: COMIENZO DE LA REPÚBLICA EN MARSELLA

La vida de Eugenio vio dos feroces revoluciones en Francia (1789 y 1830) y era comprensible que la población temiera que ésta, que estableciera una República, lo fuera también. Escribió en su diario sobre la situación en Marsella, donde una multitud se había vuelto violenta:

“Nuestra población se ha levantado por así decirlo, en masa, para reprimir el desorden que una banda sobornada o ávida de saqueo quería realizar al abrigo de la República. Anoche se abalanzaron sobre la casa del alcalde, rompiendo todos los cristales y estropeando la fachada; también rompieron todos los cristales del palacio de justicia y los del ayuntamiento, y un gran número de farolas. Pero las personas honradas, formando una guardia nacional, redujeron a esa gente malintencionada. La noche del sábado al domingo 28, se vieron forzados a contentarse con recorrer la ciudad cantando la Marsellesa. Esta vez pasaron por el obispado, pero no hicieron nada ante el palacio episcopal. No abandoné mi residencia. Fui a la catedral (fue domingo de sexagésima) y ahora voy a administrar el sacramento de la confirmación a un enfermo, sin el menor temor”.

REFLEXIÓN

Después, al reflexionar Eugenio sobre los eventos, decidió continuar con sus tareas cotidianas.

“Vuelvo de administrar la confirmación a mi enfermo. Me conmovió el interés que me mostraron en todas las calles que atravesé. La gente se llamaba al verme pasar y me pedía la bendición, con una expresión que me hizo pensar que esta buena gente podría haber creído que estaba inquieto por los acontecimientos”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 27-28, 1848, EO XXI

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LA REVOLUCIÓN DE 1848

“26 de febrero: Me han dicho que esta noche hubo concentraciones y que un tropel de gente recorrió las calles cantando la Marsellesa. No ha pasado un alma por la calle del obispado. No ocurrió así en 1830”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 25, 1848, EO XXI

Hubenig explica:

“La burguesía profundamente anticlerical y adinerada, la misma clase que ocasionara tantos problemas a Eugenio de Mazenod y los primeros Oblatos en sus misiones parroquiales, había promovido la Revolución de Julio de 1830. Es por ello comprensible, porqué la conmoción en ese tiempo impactó casi con la misma fuerza a la Iglesia como fue en contra de la monarquía derrocada de la Restauración. Después de 1830 Louis-Philippe había tratado de suavizar las relaciones con la Iglesia, pero su reconciliación duró poco y pronto se deterioró, al grado que para 1848, la religión se había separado abiertamente del régimen político. Así que cuando llegó la Revolución en 1848, no fue tan anticlerical como su predecesora y la Iglesia sorteó la tormenta con relativa calma. De hecho, con el derrocamiento de Louis-Philippe, una gran parte de la Iglesia entró a una emocionante era de catolicismo liberal…

Al principio, la Iglesia incluso se unió a lo que parecía ser una primavera para los franceses, una reunión del espíritu del evangelio con el espíritu de la revolución.  Al principio, y por varias semanas, Jesucristo y su Evangelio fueron la fuerza que impulsó a la mayoría de las ideologías involucradas.  Los sacerdotes y obispos bendecían con alegría los árboles de libertad que plantaban los eufóricos ciudadanos.

(Living in the Spirit’s Fire extractos de las páginas 161 – 169).

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“DORMIMOS SOBRE UN VOLCÁN. ¿NO SIENTEN LA TIERRA TEMBLAR DE NUEVO?”

“25 de febrero: Noticias de la revolución de París. He recorrido toda la ciudad para ir a visitar a mis enfermos y administrar el sacramento de la confirmación a una señora en peligro. Todo estaba perfectamente tranquilo; la gente leía con indiferencia las proclamas fijadas en los muros”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 25, 1848, EO XXI

Hubenig nos da el contexto de este comentario.

“A principios de 1848 en la Cámara de Diputados, Alexis de Tocqueville, pensador y filósofo liberal francés, declaró en forma profética, “Dormimos sobre un volcán. ¿No sienten la tierra temblar de nuevo?  Un viento revolucionario sopla y ya en el horizonte se puede ver la tormenta acercándose”. Cuando el volcán hizo erupción al inicio de 1848, cimbró a toda Europa, incendiándola. En un corto tiempo estallaron fuertes reyertas…
El 22 de febrero había reyertas para protestar por la cancelación forzada de una de varias reuniones políticas en París, auspiciada por la izquierda radical para promover cambios en las leyes electorales. La multitud que protestaba, gritaba “Vive la République!” y cantaba la Marseillaise, convergió en la Place de la Madeleine.
Al día siguiente llegó el ejército y disparaba indiscriminadamente; se construyeron barricadas y hubo una lucha feroz que duró tres días en toda la ciudad. Louis-Philippe abdicó, declarando “No tomaré parte en que se derrame más sangre francesa”. Francia tenía una nueva revolución… Su régimen, liderado por un primer ministro autoritario conservador, Guizot, parecía ser menos popular cada día. Aun más, el país se encontraba en la peor crisis económica del siglo, que comenzó con una sequía extrema en 1846, que destruyó por completo las cosechas del país.
Con la abdicación del rey, el gobierno provisional de la Segunda República se hizo cargo de inmediato del problema más serio del país: la grave situación de los trabajadores.  Acortaron la jornada diaria en París a diez horas (a once horas en las provincias), abolieron las prisiones de deudores y acabaron con los degradantes castigos físicos. También concedieron el sufragio universal a los hombres por primera vez en Francia y abolieron la esclavitud en las colonias”.
(Viviendo en el Fuego del Espíritu, extractos de las páginas 161 – 169).

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SER PARTE DE LA VIDA DE LA IGLESIA EN FORMA VAGA Y AMBIGUA

“Como puede ver Monseñor, le hablo con franqueza y total confianza. Un obispo tan adelantado como usted en el camino de Dios comprenderá mejor de lo que pudiera expresarle, la importancia de las consideraciones que he mencionado. Usted es el padre, el protector y consejero de nuestros Oblatos; nadie mejor que usted puede desear que sean siempre dignos de su vocación, ya que solo así podrán ser útiles a su diócesis, donde ciertamente harán el bien, como es adonde quiera que se han establecido”.

Carta al Obispo Buissas de Limoges, Febrero 20, 1848, EO XIII núm. 119

REFLEXIÓN

Eugenio esperaba que los Oblatos tuvieran una relación especial con el Obispo en cuya diócesis trabajaran, y que el Obispo fuera su protector.  Un aspecto de ello era que el Obispo respetara su carisma en el ministerio que se les confiara.

Esta relación fue borrada en muchas diócesis hasta el Segundo Concilio Vaticano, así que en 1978 el Vaticano publicó un documento subrayando la importancia de un claro reconocimiento mutuo en los papeles carismáticos respectivos de los obispos y las congregaciones religiosas en sus diócesis:

«Es necesario por lo mismo que en las actuales circunstancias de evolución cultural y de renovación eclesial, la identidad de cada Instituto sea asegurada de tal manera que pueda evitarse el peligro de la imprecisión con que los religiosos sin tener suficientemente en cuenta el modo de actuar propio de su índole, se insertan en la vida de la Iglesia de manera vaga y ambigua.» (Documento de la Iglesia,  Mutuae Relationes, Art. 11)

Actualmente también estamos en el proceso de reflexionar y corregir la  «forma vaga y ambigua» en la que los miembros laicos de la Familia Mazenodiana comparten el carisma y la vocación de San Eugenio.

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SON LLAMADOS A LA CONGREGACIÓN PRECISAMENTE PARA NO SER PÁRROCOS NUNCA

Los Misioneros Oblatos eran reconocidos por haber recibido el carisma del Espíritu Santo, y su expresión en la Regla fue aprobada por la Iglesia el 17 de febrero de 1826.  Después de ello, nadie tenía el poder para cambiar su orientación misionera, ni siquiera el Fundador mismo; solo la Iglesia tenía la facultad para hacerlo.  Al  señalarlo al Obispo de Limoges, Eugenio subraya dos aspectos fundamentales del carisma.

“He querido, Monseñor, presentarle el resumen de las Constituciones de nuestros misioneros para que comprenda que no podemos darles una dirección distinta de la que han recibido de la Iglesia. Aunque lo quisiera, mi autoridad no llega a tanto.

Por ello es esencial que los Oblatos formen una comunidad en la que puedan hallar toda la ayuda espiritual que las Constituciones les prometen. Si se les dispersa continuamente para reemplazar a los párrocos, se les priva en primer lugar de las ventajas que han venido a buscar en la vida de comunidad; se les aísla por largo tiempo, lo que es contrario a sus Reglas y se les pone en el ministerio pastoral, contrario también a sus Reglas y a su vocación, que los ha llevado a la Congregación precisamente para no ser párrocos nunca.

Por otra parte, es en el interior de su comunidad donde encuentran, al practicar las virtudes que se les demandan, por el mutuo ejemplo y una buena dirección, los medios que mantienen el fervor y el camino a la perfección que deben esforzarse por seguir, para que su ministerio sea bendecido por Dios y produzca los frutos que, gracias al Señor, siempre han obtenido”.

Carta al Obispo Buissas de Limoges, Febrero 20, 1848, EO XIII núm. 119

REFLEXIÓN

«El carisma es lo que define nuestra propia identidad dentro de la Iglesia, estableciendo nuestra forma de vivir el seguir a Cristo, con la finalidad de hacer, de algún modo, la presencia de Dios tangible en el mundo, a través del testimonio de nuestro propio carisma”.   (G. Nieto, IVE)

“Vive la Vida de Tus Sueños: Ten la valentía necesaria para vivir la vida de tus sueños según tu visión y propósito, en vez de las expectativas y opiniones de los demás”. (Roy T. Bennett)

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PARA VIVIR EN COMUNIDAD HAN RENUNCIADO AL MINISTERIO PARROQUIAL HABITUAL

Antes de la llegada de los Oblatos a Limoges se había hecho un contrato con el Obispo, en el que se acordaba que serían predicadores de misiones en la diócesis y que podrían ser enviados “temporalmente y por excepción a las parroquias, para reemplazar a los pastores que estuvieran enfermos o ausentes por un período corto”.  En los primeros tres meses de su estancia en Limoges, el Obispo había comenzado a usar demasiado la excepción y los utilizaba para trabajar como sacerdotes parroquiales en solitario, fuera de la comunidad.  Eugenio se inconformó, aclarando la misión de los Oblatos.

“Tengo una pena que debo confiarle. Usted sabe que es necesario que cada quien viva su propia vida y siga su vocación. Ocurre que, por el sistema seguido en Limoges, nuestros Oblatos quedan privados de lo que han venido a buscar en la Congregación. Han renunciado al ministerio habitual de las parroquias para vivir en comunidad y ganan almas para Dios, principalmente por su trabajo de las misiones…

Para demostrar su argumento, cita al Obispo la Regla de los Oblatos.

“Tal es el deseo de su Regla, que vivan en comunidad, está prescrito que vayan siempre de dos en dos: “Duos auem ibunt ad misiones” (Irán dos al menos a las misiones). Comprendo que a veces conviene dispensar de este punto de la Regla, sobre todo cuando hay que enviar un misionero a ayudar a un párroco; pero es fundamental que sea solo ocasionalmente. Comprenderá, Monseñor, que existen buenas razones para eso. Por otra parte, existe un artículo de la Regla que dice: “Nequaquam licet paroecias regere” (de ningún modo es lícito dirigir parroquias). Lo propio les ocupa suficientemente, como para poder dejar a otros el cuidado de la carga pastoral para la que no están llamados…”.

Carta al Obispo Buissas de Limoges, Febrero 20, 1848, EO XIII núm. 119

REFLEXIÓN

La primera Regla de los Oblatos era clara en dos temas: «por ningún motivo se permitía estar a cargo de parroquias» y que la vida comunitaria era una parte integral del estilo de vida misionero. Las necesidades pastorales fuera de Francia llevaron a que los misioneros trabajaran en las propias, especialmente en las áreas de primera evangelización, una práctica que le ocasionaba mucho nerviosismo a Eugenio.  En estas áreas de evangelización y establecimiento de una comunidad de iglesia, se hizo necesario que los Oblatos fueran sacerdotes parroquiales, pues eran los únicos en el área. En muchos países, el trabajo en las parroquias se convirtió en la norma de los Oblatos, y el ministerio no parroquial en la excepción.  Actualmente, nuestras Constituciones y Reglas y nuestros Capítulos Generales impulsan a los Oblatos y todos los miembros de la Familia Mazenodiana a volver a las raíces de nuestro carisma, respondiendo a las necesidades de evangelización a los más abandonados dentro de la estructura de la comunidad apostólica, no vinculada necesariamente a una estructura parroquial.

“El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne. Por eso la Iglesia defiende y sostiene la índole propia de los diversos Institutos religiosos”.
(Documento de la Iglesia,  Mutuae Relationes, Art. 11)

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REZA, REZA A MENUDO CON FERVOR, MÁS AUN DE LO QUE PRESCRIBE LA REGLA

En la entrada anterior vimos la reacción de Eugenio ante el mal comportamiento del joven P. Molinari. Ahora vemos cómo recibe una segunda oportunidad.

“Ahora, ¿Qué hay que hacer? El P. Magnan, lleno de caridad hacia ti, acepta que permanezcas  en su comunidad con la esperanza de ocuparte en ella, pero cuenta con tu docilidad a sus advertencias, y yo agregaré con tu agradecimiento, pues no puede ofrecerte una mayor ayuda que sus consejos y  colocarte en el camino que debes seguir. Acepto, pues perdonarte y confiarte a ese querido Padre, un hombre sensato y de buen consejo…”

Eugenio después le traza el camino para desarrollar un crecimiento positivo y que cambiara su vida.

“Entra al orden, mi querido hijo, llénate del espíritu de tu santo estado; pide constantemente a Dios el don de la piedad que te falta. «La piedad es útil para todo» (1Tim 4, 8); con la piedad adquirirás todo lo demás y las acciones menores se harán meritorias; pon mucha sencillez en la obediencia; no te fíes de tus propias ideas; evita la complacencia en ti mismo, que nace del orgullo que debes evitar; aprende a mortificarte aún en las cosas más pequeñas, pero sobre todo, modérate en la bebida.

Reza, reza a menudo con fervor, más aún de lo que prescribe la Regla. Usa el privilegio de vivir bajo el mismo techo con Nuestro Señor Jesucristo, visitándolo frecuentemente, adorándolo, amándolo y conversando de tus necesidades y de las nuestras. Adiós, te bendigo”.

Carta al P. Jean Baptiste Molinari en Córcega, Febrero 10, 1848, EO X núm. 965

REFLEXIÓN

Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR,
ni te enojes por sus reprensiones,
porque el SEÑOR disciplina al que ama,
como un papá al hijo que quiere. (Proverbios 3:11-12)

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