La cancelación del Concordat entre el Papa y el rey de Francia significaba que la llegada del Arzobispo a Aix se retrasaría por dos años más. Mientras tanto, los Vicarios Capitulares continuarían en la administración y los Misioneros podían continuar su labor, a pesar de las críticas constantes y la oposición de algunos sacerdotes.
¿Es posible que nuestra paciencia no haya apaciguado la cólera de esos buenos párrocos? Lo que me entristece únicamente, en todo esto es que esa gente, con disposiciones tan contrarias a la caridad, no se abstengan de subir al altar. Si hubiese tenido la desgracia de haber hecho la centésima parte de lo que se han permitido decir, no hubiese celebrado los santos misterios sino después de haber hecho penitencia, no sólo pidiendo perdón a Dios, sino reparando el daño al prójimo.
¡Y son unos hombres que tienen un pie en la tumba! Lo siento de todo corazón; pero aparte de la ofensa a Dios, que considero como muy grave, me importa poco su ira.
En cuanto a los dichos indecentes que ponen en mi cuenta, me río de conmiseración. Si hubiese tenido tan poco temor de Dios como ellos, los habría burlado. Pero gracias a Dios, ni he tenido siquiera el pensamiento de devolverles mal por mal; por el contrario, les quisiera hacer todo el bien que puedan desearse ellos mismos.
Carta a Henri Tempier, el 24 de noviembre 1817, E.O. VI n. 30
En el tema de los sacerdotes descontentos, no puedo evitar compartir esta cita de Santa Teresa de Ávila:
¿Cómo es que esos sacerdotes llegaron a ser tan serios y predicaron tanta penumbra?
No creo que Dios les haya tocado aún.
Queridos – apresúrense.