UN ARRANQUE DE IRA EN VENGANZA FUE EVITADO

La naturaleza furibunda de Eugenio le habría llevado instintivamente a desatar un arranque de ira en venganza:

Ciertamente la mala naturaleza que hay que crucificar, gozaría en esta circunstancia, si con un tono de soberbia, proporcionado a los ultrajes que aguanto, fuese a decir a Mons. el Arzobispo
que no quiero saber nada con su diócesis,
que me vuelvo mi casa para hacer en ella lo que mejor me parezca,
que dejo en paz a la juventud y que dejo recaer todo lo odioso de esas medidas,
que la indignidad de los procedimientos me obliga a tomar, sobre aquéllos que son sus autores,
y que por último para que nadie se engañe voy a hacer imprimir todo cuanto he hecho para el bien de mi país y de los obstáculos que el interés y la envidia no han dejado de oponerle, etc…

Afortunadamente, el sentido común prevaleció y Eugenio pudo controlarse!

Pero Dios me pediría cuenta. No lo haré, a menos que no queráis aguantar más.

Carta a Henri Tempier y Emmanuel Maunier, el 19 de octubre 1817, E.O. VI n. 25

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