Siento bien, mi querido amigo y buen hermano, que la prolongación de mi estancia en Paris exige algunas explicaciones…
Me queda ahora un último asunto: Mons. Bausset, arzobispo nombrado de Aix, ha llegado mientras estaba en ejercicios. Me había escrito él mismo para felicitarme por el nombramiento de mi tío; me decía en esa carta que había escrito a su sobrino, el Prefecto de Marsella, para felicitarle; añadía que consideraba a mi tío como infinitamente más apto que él para el arzobispado de Aix, etc.
Voy a verlo y me recibe con los brazos abiertos, entra conmigo en mil detalles sobre la diócesis, y acaba por decirme que proyecta cambiar de casa, y nombrarme su gran vicario, con otra persona que me designó.
Eugenio incluso se había preparado para aceptar el puesto como Vicario General de Aix, pues le daría la autoridad necesaria en la Arquidiócesis para proteger los intereses de los Misioneros, en especial ahora que el restablecimiento de la Diócesis de Marsella se encontraba en peligro.
Era para felicitarse, creo, porque era cuanto nos hacía falta; no que tenga interés en ser gran vicario, para mí eso es indiferente y me resultaría hasta pesado; pero la ventaja para nuestra obra era incalculable y no la consideraría sino bajo ese punto de vista.
Carta a Henri Tempier, el 9 de octubre 1817, E.O. VI n. 24