Mientras que Eugenio está en París para regular el asunto de los Misioneros, tiene tiempo de mirar atrás y reflexiona sobre los 18 meses de vida de los Misioneros de Provenza. Desde el contexto en que él escribe, comienza a ser claro que él está escribiendo el borrador de la primera Regla de vida para una comunidad, y que ésta necesitaba expresar el espíritu de fundacional que ya se vivía en el grupo.
Su reflexión toca el corazón de la vida en comunidad: necesita nacer de una relación con Dios. Cuando uno está en comunión con todas las manifestaciones de lo Sagrado en su vida diaria, entonces se da el nacimiento de una nueva realidad.
El venerable Pablo de la Cruz, fundador de la Congregación de los Clérigos descalzos de la Pasión y de la muerte de Jesucristo, cuya vida leo en este momento, decía que «le fundazioni devono essere parto della orazione»[ed. (las fundaciones deben ser parto de la oración], es decir que es con la oración que se establecen las fundaciones.
Así que con nada hizo muchas cosas.
Si supiéramos rezar mejor, tendríamos más valor..
Carta a Henri Tempier, el 12 de agosto 1817, E.O.VI n.20
Si intentamos vivir tanto como nos sea posible en comunión con las distintas formas en que Dios se hace presente hoy día, entonces tendremos valor para hacer diferente nuestro mundo.