EL ANHELO DE EUGENIO DE REUNIRSE CON SU PADRE

¡Cuándo podremos hacer juntos estas consoladoras reflexiones y animarnos…!

Carta a a su padre, C.A. de Mazenod, el 7 de julio de 1816, O.W. XV n. 137

Aquí Eugenio repite por enésima vez su deseo de reunirse con su padre. Desde el regreso de Eugenio a Francia en 1802 y hasta 1817, traer a su padre de vuelta a Francia fue su constante preocupación. Padre e hijo estaban muy unidos y Eugenio había pasado los once años de exilio con él. Considero que vale la pena citar algo de lo que Jozef Pierlorz nos dice sobre el padre de Eugenio:

Carlos Antonio de Mazenod, padre de Eugenio, nació el 24 de enero de 1745… Siendo un estudiante muy talentoso, a los 16 años de edad defendió algunas tesis en filosofía, en forma de examen general. Como estudiante de leyes en la Universidad de Aix, obtuvo en 1764 su licencia “in utroque”. Contaba con 19 años en ese entonces. Siendo miembro de la barra en el Tribunal de Cuentas, se convirtió en uno de sus presidentes en 1771. Al haber obtenido este excelente puesto, pidió en matrimonio la mano de la hija de un acaudalado profesor de medicina en la Universidad de Aix. Así fue que el 3 de enero de 1778, el Presidente de Mazenod tomó por esposa a la Señorita Marie-Rose-Eugénie Joannis. La joven pareja poseía una mansión en Cours y vivía con gran estilo. El mobiliario de su casa era de primera clase; contaban con doce sirvientes uniformados elegantemente; parecería que nada les faltaba. Su salón congregaba a la alta sociedad en frecuentes recepciones y fiestas muy costosas. Los gastos excedían por mucho los ingresos de la familia de Mazenod, alcanzando sus deudas un total de 280,000 libras, convirtiéndose en la familia nobiliaria más endeudada.

La Revolución francesa cambió todo esto y el noble Presidente de Mazenod, debía escapar de la ira de los revolucionarios, yéndose al exilio en 1791, exilio que duró 26 años. Sus deudas persistieron y Eugenio intentó pagarlas por todos los medios para hacer posible su retorno. Pielorz continúa hablando sobre la situación del Presidente de Mazenod :

Para evitar morir de inanición, se vió obligado en ocasiones a participar en negocios – una profesión que había resultado lucrativa para sus ancestros, pero no para él, pues le llevaron a la ruina financiera definitiva – en ocasiones se desempeñó como maestro de escuela, enseñando francés a los caballeros sicilianos, o noblemente implorando ayuda financiera de la “incomparable” reina de las Dos Sicilias, Marie-Caroline, y hasta del gobierno inglés. Aun después de la Reinstauración, se rehusó a volver a Francia. El sombrío espectro de sus innumerables acreedores se lo impedía. Sólo como resultado de las vehementes súplicas repetidas miles de veces de su hijo Eugenio, fue que aceptó “abandonarse a la Providencia” y volver a su tierra natal en 1817, donde murió después de tres años.

J. Pielorz, “La vie spirituelle de Mgr. de Mazenod, 1782-1812,”
Edition des Etudes oblates, Ottawa 1956, p. 12-14

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