UN MARCO NEGATIVO PARA PONER DE RELIEVE UNA VOCACIÓN POSITIVA.

Eugenio no se contentó con seguir suspirando sobre el estado del clero – fundando nuestra Congregación él preveía una respuesta concreta a la situación. La parte tercera de nuestra primera Regla (1818) tratando de los fines de los oblatos es titulada, “Reforma del Clero”.

Articulo 1.Un fin no menos importante de su Instituto, al que intentarán llegar con tanto celo como al fin principal, es reformar el clero y reparar, en cuanto esté en ellos,el mal que han hecho y que siguen haciendo los malos sacerdotes que devastan la Iglesia con sus descuidos, su avaricia, sus impurezas, sus sacrilegios, sus crímenes y fechorías de todo género.
Articulo 2.En los comienzos, los misioneros, por razón de su juventud, no podrán emprender más que indirectamente la curación de esta llaga profunda con sus suaves insinuaciones, con sus oraciones y sus buenos ejemplos, pero después de unos años, si Dios quiere, atacarán de frente todos esos horribles vicios; aplicarán la sonda, el hierro y el fuego a ese cáncer vergonzoso que lo devora todo en la Iglesia de Jesucristo.
Articulo 3.Entonces darán retiros a los sacerdotes, y la casa de la Misión será siempre un asilo abierto y como una piscina saludable donde esos enfermos infectos y purulentos vengan a lavarse y a iniciar una nueva vida de penitencia y de reparación.

Regla de 1818

Es en este punto cuando su pluma se enciende y escribe su apasionada “Nota Bene” y define la belleza de la vocación oblata – hombres llamados a contrarrestar los males en la Iglesia por su vocación apostólica.

¿Qué fin más sublime que el de su Instituto? Su fundador es Jesucristo, el mismo Hijo de Dios; sus primeros padres, los Apóstoles. Son llamados a ser los cooperadores del Salvador, los corredentores del género humano; y aunque por su escaso número actual y por las necesidades más apremiantes de los pueblos que los rodean, tengan que limitar de momento su celo a los pobres de nuestros campos y demás, su ambición debe abarcar, en sus santos deseos, la inmensa extensión de la tierra entera.
La Iglesia, esa hermosa herencia del Salvador que él había adquirido con el precio de toda su sangre, ha sido devastada en nuestros días de manera cruel….

Nota Bene (Regla de 1818)

(En 1825 la Nota Bene fue sacada del capítulo tercero y puesta al principio de la Regla con el título: “Prefacio”).

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