¡NECESITAMOS HOMBRES Y ME ENVÍAN NIÑOS!
Alexandre Taché, Oblato canadiense, tenía 22 años y era escolástico cuando Eugenio lo envió a St Boniface. En su carta al P. Pierre Aubert sobre él, Eugenio le dijo:
“No esperé su carta para arreglar se le enviara un sacerdote y escribo de nuevo para que le envíen uno para reunírsele, pues se encontraba fuera cuando mis instrucciones llegaron a Longueuil.
Sin embargo, creo que el querido compañero que ha ido con usted a fundar la misión del Río Rojo, ha sido ordenado al sacerdocio y ha hecho también su profesión ante usted, como lo había autorizado. Es hermoso hacer los votos en el campo de batalla, frente al enemigo que se llega a combatir desde tan lejos. Tuve presente todo ello el 17 de este mes, y se mencionó en la reunión de todos nuestros Padres y Hermanos que renovaron ante mi y en presencia de N. S. Jesucristo la consagración hecha al Señor, en épocas más o menos remotas”.
Carta al P Pierre Aubert, St Boniface Canadá, Febrero 21, 1846, EO I núm. 61
“Los dos misioneros y las Monjas Grises salieron el 25 de junio a bordo de un barco perteneciente a la Compañía Hudson Bay, llegando a San Bonifacio el 25 de agosto, después de viajar sesenta y dos días. Sorprendido al ver al joven novicio, se supone que el Obispo Provencher expresó: “¡Necesitamos hombres y me envían niños!”. https://www.omiworld.org/es/lemma/tache-mons-alexandre-obispo/

El Obispo Provencher ordenó al diaconado a ese «niño» tan pronto llegó, y al sacerdocio en octubre de 1845; al día siguiente el Padre Aubert fue testigo de su oblación perpetua en San Bonifacio. Cinco años después, Alexandre Taché se convirtió en Obispo y sería el mayor impulso para el establecimiento y crecimiento de la Iglesia al Oeste de Canadá.
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