LAS MISIONES Y DEMÁS OBRAS DE CELO QUE ABARCA NUESTRO CARISMA

Los Oblatos habían llegado a Canadá para iniciar su misión en Bytown (ahora Ottawa) y su obispo había escrito a Eugenio al respecto. Fue el segundo obispo canadiense en dar la bienvenida a los Oblatos.

“Me ha dado gran alegría recibir la carta que hizo el honor de escribirme y saber que también ha adoptado y colocado bajo su manto pastoral a los hijos de María Inmaculada. Ya tenían un muy buen padre en mi querido y venerable amigo Mons. Obispo de Montreal y la Providencia les da uno más en su persona, de quien ya han recibido bondad y protección. No dude Monseñor, en que tendrán por usted el mismo sentimiento que profesan al primero que les llamó a sus diócesis, confiándoles el precioso ministerio que ejercen desde hace unos años, con las bendiciones de Dios.

Los Oblatos de María Inmaculada son eminentemente hombres de los Obispos; sólo fueron instituidos para la santificación de sus ovejas; los obispos no tienen sacerdotes más sumisos ni más abnegados que ellos”.

Al asegurarle al obispo su cooperación pastoral, Eugenio remarca «las misiones y otras obras de fervor aceptadas por su Instituto». La cooperación pastoral de los Oblatos siempre debe conservar nuestra misión y característica distintiva. Sea cual sea el trabajo que aceptemos en una diócesis, debe ser a través de conservar nuestro carisma otorgado por Dios.

“Es por ello Monseñor, que si debo expresarle mi pensamiento con la franqueza propia de un obispo, creo que ha sido bien inspirado al establecer a los Oblatos en su diócesis para confiarles las misiones y demás obras de celo que abarca su Instituto. Me atrevo a responder por la dedicación y cooperación constante en todo lo que su petición pastoral les indique realizar”.

Carta al Obispo Phelan, Obispo Coadjutor de Kingston, Agosto 8, 1844, EO I núm. 44

Al incrementarse nuestra comprensión y aprecio de la Familia Mazenodiana, se hace más pertinente esta cuestión: profundizar nuestra espiritualidad y misión según el carisma que San Eugenio recibió de Dios, que nos une a todos.

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