UNO SIEMPRE TEME APAGAR LA MECHA QUE AUN HUMEA

 En la saga del difícil Padre Carles, Eugenio llegó al punto en el que el joven tuvo que ser expulsado.  En la privacidad de su diario personal, describe su preocupación y angustia.

“Ese mal sujeto ya había apostatado. De hecho nunca se estuvo contento él, que no debió ser de la familia, agotada y comprometida, tanto en la honra como en la delicadeza.
Es de quienes no engañan por mucho tiempo, pero uno se encuentra comprometido y además espera un cambio, por la gracia de Dios, el buen ejemplo de los demás y el remordimiento de conciencia; pero uno se engaña. No había que hacer sacerdote a este pobre individuo, sino detenerse ante el desagrado que su mal talante inspiraba. Valía más romper antes, pero siempre se teme apagar la mecha que aún humea y se prepara para lamentaciones tardías y dolorosas. No he visto que ese miserable aceptara pasar por las pruebas del noviciado y del escolasticado, para llegar al sacerdocio y luego despedirse abruptamente. Su carta es indigna y me lleva a todas las conjeturas. Le envié respuesta”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 22, 1844, EO XXI

El Padre de la Familia Oblata siempre buscó de posibilidad de restaurar a la plenitud de vida a los miembros que atravesaban por alguna dificultad.  Mientras el pabilo aun ardiera, había posibilidad de volver a encender la llama.

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