¿QUÉ NECESIDAD HAY DE LENGUAS DE FUEGO PARA VER, EN CIERTO MODO, LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU SANTO?

Continuamos con la descripción del Obispo Eugenio de su experiencia ante el poder de Dios en acción en la conversión de las personas al concluir la misión parroquial.

“Sí, mil hombres hacían resonar la bóveda del templo con los cantos más emotivos y apropiados a la alegría que la abundante gracia del Señor llevó a todos. Al no poder dirigir la palabra a aquella inmensa asamblea debido a mi afonía, pedí al P. Loewenbruck me supliera. El padre dijo lo que era preciso, se cantó luego el Veni, Creator, y más de 200 hombres y 100 mujeres recibieron el sacramento de la confirmación. Había que ver el recogimiento de todos los confirmandos, todos adultos, de todas las edades y condiciones. Jóvenes de los veinte a los treinta años; muchos hombres de edad madura y también numerosos ancianos se presentaron con la actitud más respetuosa. ¿Qué necesidad hay de lenguas de fuego para ver, en cierto modo, la presencia del Espíritu Santo? En esas ocasiones su presencia es evidente y me lleva al punto de no poder contener la emoción. Necesito forzarme para no llorar de alegría y, pese a mi esfuerzo, muy a menudo las lágrimas la delatan.

Después de ofrecer el santo sacrificio, me retiré tras mi acción de gracias, dejando al párroco distribuir la santa comunión a esa ferviente asamblea de cristianos, pues mi estado de salud no me permitía esa  dicha que tanto aprecio”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Enero 21, 1844, EO XXI

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