LA DEDICACIÓN MISIONERA HACE A UN LADO LAS PREFERENCIAS PERSONALES

San Eugenio escribió al Obispo de Montreal para agradecerle su cálida y paternal bienvenida a a los Oblatos recién llegados.

“Sus cartas me confirman cómo aprecian los sentimientos que se se digna concederles y que en respuesta, son los más abnegados y afectuosos de sus sacerdotes.”

La bienvenida recibida por los Oblatos les ayudó a una instalación tranquila. Eugenio estaba preocupado en especial por el P. Honorat, superior del grupo, quien había aceptado esa misión por obediencia a Eugenio y no por elección propia.

“Parece que la protección y la bondad que les prodiga les compensa de todo, pues el P. Honorat no encuentra nada penoso ni difícil, ni siquiera el clima tan diferente al nuestro; se diría que no fue ningún sacrificio dejar su patria, y sin embargo, el buen P. Honorat no sentía la misma atracción que los demás por las misiones lejanas y aunque no pusiera ningún obstáculo, creo lo aceptó por obediencia de un modo admirable, porque comprendió que tal era el deseo de su superior.

En efecto, es un hombre eminentemente virtuoso. Desearía poder agregar dos más al pequeño grupo; no desea nada más para la gloria de Dios y un mayor bien para las almas.”

Carta al Obispo Bourget de Montreal, Abril 13, 1842 EO I núm. 11

El Padre Honorat mostró su fortaleza de carácter y celo misionero al sacrificar sus preferencias personales por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Un buen ejemplo para nosotros en este tiempo, en que estamos rodeados del “yo primero” y por el relativismo.

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