El mandato misionero de Eugenio a la primera comunidad de Oblatos en ir a Canadá, recalcaba la importancia de apoyarse uno a otro.
“Por eso, anímense mutuamente a edificarse. Estén unidos en un mismo espíritu, colaborando con la fe en el Evangelio.”
Luego, dirigiéndose al Padre Jean Baptiste Honorat, superior de la comunidad, le dice:
Usted en especial, a quien hemos propuesto para la dirección de sus hermanos, sobresalga a través del mérito y la virtud, antes que por su cargo; dedíquese a atraer el corazón de sus subalternos por la caridad y mansedumbre, más que a conducirlos de forma autoritaria. Esfuércese en observar nuestras Reglas y en mostrar la práctica de la piedad de Dios, para que sus compañeros intenten ávidamente seguirle paso a paso, imitándole en todo.
Al resto de la comunidad se les pide ser un apoyo:
Y ustedes, a quienes nuestro Salvador se ha dignado llamar con sus hermanos para una obra tan grande, dedíquense con toda su fuerza a responder a la santa vocación de Dios, velando por otra parte en aliviar la carga impuesta a su Superior, con la humildad, la mortificación, el celo por la perfección, la asiduidad en la oración, un verdadero respeto hacia él por Dios, una alegre obediencia, y sobre todo, con un amor sincero.
Carta de Obediencia a los primeros Misioneros Oblatos en ir a Canadá, Septiembre 29, 1841, EO I núm. 8
Considero este mandato misionero de San Eugenio básico y actual para la construcción de una comunidad. La fortaleza se consolida con el apoyo mutuo entre los miembros de la misma. Así como el servicio desde una directiva , sobresaldra por su trabajo y caridad para con los hermanos más que por usar el autoritarismo. Nada más cierto que la oración nos ayuda a perseverar. Hablo desde mi experiencia de laico OMI.