TODO MENOS UNA ESTATUA DE YESO

Reflexionando sobre su propia presentación se me ha mostrado un santo de carne y hueso –una persona que, a causa de, e incluso, a pesar de sí mismo, era para los otros un poderoso canal de la gracia de Dios. Sus luchas para reconciliar aspectos aparentemente opuestos de su carácter encontraron su fuerza en su relación con Jesús el Salvador. El fue capaz de proclamar Evangelizare pauperibus misit me – pauperes evangelizantur– precisamente porque experimentó al Salvador en su propia pobreza y en sus propias luchas internas y externas. Su vida fue dedicada, de este modo, a traer a otros hacia su misma experiencia de salvación.

He aprendido mucho de Eugenio y estoy convencido de que conociéndole mejor y presentándole en un modo menos “estatua de yeso”, la gente puede encontrar en él un modelo atractivo para ser transformados por el Salvador y, así, seguirle, viviendo y actuando según los valores de su Reino.

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