Deben pasar a nuevos oblatos, quienes sacarán buen partido de esa herencia. Deseo proceder con mucha justicia en esa distribución
Carta a Hippolyte Courtès, Marzo 8, 1830, EO VII núm. 343
Rey, biógrafo de Eugenio, recuerda que el Fundador dio orden de que el nombre del Oblato fallecido fuera grabado en la parte superior de la placa de cobre que cubre los brazos de la cruz (REY, I, 482).
El día de mi oblación de por vida tuve el privilegio de recibir la Cruz Oblata del P. Mauricio Foley, segundo sudafricano en convertirse en Oblato, quien recibió la cruz en 1903 conservándola solo por doce años hasta su muerte en 1915, a los 33 años de edad. Entre su fallecimiento y el 17 de febrero de 1974 cuando la recibí, habían transcurrido 59 años y había acompañado el ministerio de uno o posiblemente dos Oblatos. Sus nombres no fueron grabados en la cruz y no pude averiguar quiénes fueron.
Es por ello que me gusta pensar que llevo la Cruz del “Oblato Desconocido”, en el espíritu de la conmemoración que honra al “Soldado Desconocido”. Un poderoso recordatorio de los miles de Oblatos y asociados laicos que han evangelizado en tantos países, llevando a innumerables personas el amor del Salvador, cuyos nombres no son recordados ya. ¡Qué privilegio ser llamado a seguir sus pasos misioneros!
La cruz oblata, recibida el día de la profesión perpetua, nos recordará constantemente el amor del Salvador que desea atraer hacia sí a todos los hombres y nos envía como cooperadores suyos
CC&RR, Constitución 63