Están siempre dispuestos a responder a las necesidades más urgentes de la Iglesia mediante varias formas de testimonios y ministerios, pero sobre todo por la proclamación de la Palabra de Dios, que encuentra su culminación en la celebración de los sacramentos y en el servicio al prójimo
CC&RR, Constitución 7
Desde sus primeros días como seminarista, Eugenio insistió en la importancia de la Eucaristía. Para tomar un ejemplo, al escribir a su madre, le exhorta a recibir la comunión con frecuencia.
¡Ah, querida mamá! ¿por qué no acude con más frecuencia a la fuente de todo consuelo? ¿No oye a ese Salvador que le grita desde el sagrario: «querida alma por qué estoy aquí anonadado?». Repetiré en vano aquellas mismas palabras, que dijo a sus discípulos: «venid a mí, todos ustedes, los que están afligidos, que están agobiados bajo el peso de sus males; vengan y les aliviaré, y les alimentaré; únanse a mí con esa unión íntima por la que me entrego a ustedes, y el bálsamo correrá por sus venas y su alma quedará saciada, fortalecida, renovada…
Si no creyera necesario para el bien de su alma que frecuentara más lo que hacen los divinos sacramentos, ¿piensa que le insistiría con tanta frecuencia?
Carta a su madre, Octubre 14, 1811, EO XIV núm. 93
“En todos los lugares los agricultores proporcionan pan para toda la humanidad, pero solo Cristo es el pan de vida… Si toda el hambre física del mundo fuera satisfecha, incluso si todos los que tienen hambre fueran alimentados por su propio trabajo o la generosidad de los demás, persistiría el hambre más profunda del hombre… Por ello digo, Vengan todos ustedes a Cristo. Él es el pan de vida. Vengan a Cristo y nunca sufrirán hambre de nuevo…” San Juan Pablo II
