La última entrada sobre la descripción del propio Eugenio hablaba de la fuerza de su carácter. El fragmento de hoy continúa con la otra cara de la moneda: su extrema sensibilidad. Este aspecto de su carácter se acentúa por ser provenzal – una persona del sur del Mediterráneo que tiene modos fuertes de expresar sus sentimientos. Aquí está la riqueza de Eugenio para mí: él era hiper-sensible a las necesidades de las personas y a su sufrimiento, y era capaz de responder ferozmente con su carácter fuerte:
Es difícil creer que a pesar de un carácter como el que acabo de describir, sea el mío un corazón sensible; pues lo es, hasta en exceso. Sería demasiado prolijo citar todos los rasgos de mi infancia que me han contado y que son verdaderamente sorprendentes. Era habitual diera mi desayuno, aún cuando tenía hambre, para calmar la de los pobres, llevaba leña a los que pretendían tener frío y no tener medios para procurárselo, llegué un día hasta a despojarme de mis vestidos para vestir a un pobre, y mil cosas parecidas.
Cuando había ofendido a alguien, aunque fuera a un criado, no quedaba en paz hasta que no me fuese permitido reparar mi falta haciendo algún regalo, amistad y hasta caricia a los que tenían queja de mí.
Mi corazón no ha cambiado con la edad.Es idólatra de la familia. Me dejaría cortar en pedazos por algunos miembros de mi familia, y esto lo extiendo bastante lejos, porque daría mi vida, sin dudar, por mi padre, mi madre, mi abuela, mi hermana y los dos hermanos de mi padre.
Autorretrato de Eugenio para su director espiritual, en 1808, E.O. XIV n. 30
Es a causa de esta herencia, que la familia Oblata se caracteriza hoy por ser “cercana a las personas” y “especialistas en casos difíciles” al mismo tiempo.