VEO COMO UN DEBER PRINCIPAL ASISTIR A TODOS NUESTROS HERMANOS QUE ESTÉN EN PELIGRO DE MUERTE

El P. Victor-Antoine Arnoux, que nació en Gap el 22 de enero de 1804, falleció en Aix el 13 de julio. El P. Courtès escribió a Eugenio ese día: “Aix, Domingo 13 de julio, a las 11:30 de la noche. Nuestro ángel acaba de entregar su último aliento después de una dulce y tranquila agonía, como la de los santos.”

Eugenio, demorado una semana en responder a Courtès, le explica:

Quizás estás sorprendido, mi querido Padre Courtès, por no haber recibido aún carta mía desde tu notificación de la triste, aunque consoladora noticia del fallecimiento de nuestro bienaventurado P. Arnoux. La razón principal fue el temor de agravar la pena de tu posición con los reproches que me era imposible evitar en esta circunstancia. Preferí guardar silencio; pero en verdad sentí vivamente la privación que me impuso tu negligencia en informarme del estado de nuestro santo enfermo.
¿No sabes que considero como un deber principal asistir a todos nuestros hermanos que estén en peligro de muerte, y a mi alcance? ¿Estamos acaso tan lejos de Aix que no hubiera podido en unas horas llegar con el enfermo? Suponiendo que vieras el peligro inminente hasta el domingo por la mañana, habría podido aún llegar a Aix por la tarde. Toda mi vida sentiré el pesar de que uno de mis hermanos haya muerto tan cerca de mí, sin que yo estuviera con él.

Como padre de la familia Oblata, Eugenio deseaba en lo posible, acompañar personalmente a sus hijos en su lecho de muerte. Habiendo expresado sus sentimientos de cómo Courtès había manejado la situación, ahora expresaba su profundo pesar acerca de la muerte de  Arnoux. Había querido mucho al joven y es evidente su dolor por la pérdida – tal vez es por ello tanta irritación con Courtès.

No necesito decirte la avidez con que leímos los detalles que nos das de sus últimos momentos y de su sepultura; he regado con mis lágrimas tu carta cada vez que la releí. He pedido a quienes vivieron más tiempo con él, resguardar los diversos rasgos de su vida; por tu parte, escribe lo que sepas para hacer una amplia relación que sirva para la edificación de quienes vengan después de nosotros…

Carta a Hippolyte Courtès, Julio 22, 1828, EO VII núm. 307

“El amigo que pueda estar en silencio con nosotros en un momento de desesperación o confusión, que pueda acompañarnos en una hora de dolor y pérdida, que pueda tolerar no saber… no curar… ése es un amigo al que le importas.”   Henri Nouwen

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *