UN CORAZÓN QUE EN AMOR NO QUEDA DETRÁS DE NADIE

Molesto por la actividad frenética del celo de sus misioneros Oblatos, Eugenio escribe al P. Courtès, superior de la comunidad de Aix, recomendándole cuidar de la salud de quienes están a su cuidado.

… Adiós, sean todos prudentes, es decir, no se maten, pues es la única pena que podrían causarme; cuiden de su salud y hablemos de otra cosa, porque no soporto la idea. Falta de [virtud], me dirán; a eso contestaría algo, pasar por virtuoso, porque estoy lejos de serlo.

 

 La preocupación de Eugenio proviene de su amor paternal por los Oblatos – una característica de por vida en la relación con sus hijos. Este amor paterno es lo que lo hace tan especial para mí – un amor que continúa por nosotros aún en día, a través de la comunión de los santos.

Adiós una vez más. Te abrazo con toda la ternura de un corazón que en amor no queda detrás de nadie.

Carta a Hippolyte Courtès, Octubre 15, 1826, EO VII núm. 258

 

 

“Mi padre me dió el mayor regalo que alguien puede dar a otra persona, creyó en mí.”   Jim Valvano

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