El celo excesivo de los misioneros Oblatos tendía a utilizar toda su energía física – llevándoles a consecuencias desagradables. Un misionero exhausto es un misionero inútil. De nuevo Eugenio expresa su preocupación por el bienestar de sus hermanos y por quienes están encomendados a su cuidado.
… Por querer hacer demasiado, uno se vuelve inútil, y entonces ¡qué detrimento experimenta el espíritu! Se ve uno obligado a vivir de modo totalmente terreno, ocupándose sólo de su cuerpo, nada de Regla y muy poca regularidad: eso es lo que se gana. Los superiores observan esta ruina y no se atreven a decir nada por temor a agravar el mal, dando un simple aviso que puede contrariar al individuo, exponerlo a la murmuración y perjudicar así a la vez al alma y al cuerpo. Dios libre, pues, a nuestros hermanos de todo malestar; y que ellos, al menos, no lo atraigan
Carta a Jean Baptiste Honorat, Agosto 26, 1826, EO VI núm. 252
“Todo las partes del cuerpo humano experimentan cansancio eventualmente – a excepción de la lengua.” Konrad Adenauer