DEJE DE PONER OBSTÁCULOS A LOS DESIGNIOS DE DIOS SOBRE USTED

Confundido, Riccardi había dejado el noviciado Oblato y recapacitado después. Eugenio decidió darle otra oportunidad y alentar el bien evidente que veía en el joven.

tras haber cometido un error difícilmente comprensible y sorteado por sí mismo la dificultad, recobrando un poco el sentido y comprendiendo su falta, obligado en cierto modo por la fuerza de la verdad, hace usted la confesión que menciono antes y añade todavía: «ver que en el mundo estará fuera de su elemento» y, exponiéndome también los motivos que creyó válidos, me pide  decidir lo que debe hacer, prometiendo someterse por completo a todo lo que yo juzgue útil para su salvación e indicándome que mi respuesta, sea cual fuese, es lo único que puede sacarle del aprieto en que se encuentra. ..
Pero, como no puedo despojarme enteramente de los sentimientos que Dios me inspiró por usted cuando me encargaba de su dirección… no decido nada ahora y me reservo tomar una resolución definitiva cuando esté en el lugar; mientras tanto, viva bajo la obediencia del Sr. Tempier y haga exactamente lo que él le indique.

.Eugenio escribió esta carta el 17 de febrero desde Roma, el mismo día que el Papa aprobó a la Congregación Oblata – un día de alegría y reconocimiento de la validez del ideal de los Oblatos. Para el fundador, fue tanto un día de alegría como de desilusión.

Por mi parte, pediré a Dios por usted para que, por la intercesión de todos los santos cuyos recuerdos encuentro aquí, sobre todo de aquellos que han comprendido mejor que usted las palabras de vida encerradas en los consejos evangélicos, los han seguido con más generosidad e inculcado a otras innumerables personas. Entre en sí mismo, deje de poner obstáculos a los designios de Dios sobre usted y muestre su arrepentimiento y perseverancia en el bien. Que a mi regreso, pueda yo asegurar su verdadera dicha, sin comprometer el honor y la tranquilidad de la Sociedad a la que Dios acaba de dar esta misma tarde la mayor prueba de protección que pudiéramos esperar en la tierra. Su carta tuvo que disminuir mi justa alegría con un dolor amargo que hubiera debido ahorrarme.
Adiós..

Carta a Nicolas Riccardi, Febrero 17, 1826, EO VII núm. 225

 

“Resiste tu temor; el temor nunca te llevará a algo positivo. Sigue tu fe y en lo que crees.”   T. D. Jakes

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