La personalidad intuitiva y cariñosa de Eugenio se manifiesta en estas cartas, al reflexionar sobre la salud de sus hijos Oblatos, cuyo celo misionero afectaba su salud.
Compadezco a nuestro querido Suzanne; los dolores son una prueba penosa; pídale utilizar un chaleco de franela, o al menos una manga; pero que descanse, aunque Marsella puede tentarle a hacer lo contrario. No es un simple consejo lo que le doy. Si la situación se complicara en Marsella, que vaya a otro sitio, con tal de que descanse… El dolor de mi pobre Suzanne me preocupa. A mí me sirvieron unas fricciones de aceite de almendra dulce mezclado con cierto medicamento con alcohol y de mal olor. Un abrazo de nuevo al querido paciente, a quien mi gran cariño me lleva a sentir todos sus males.
Carta a Henri Tempier, Mayo 24, 1826, EO VII núm. 242
Me preocupa la persistencia del dolor del P. Suzanne; recomiéndele tomar como es debido lo que le han prescrito. En cuanto al P. Marcou, no dejo de encomendar su salud a Dios. He pedido a los religiosos de la casa donde me encuentro que recen por él. No hay que apresurar su viaje, hay casos en que con cuidados extraordinarios, una persona con su enfermedad pudo restablecerse.
Carta a Henri Tempier, Mayo 30, 1826, EO VII núm. 246
“Atesora sobre todo el amor que recibes. Éste sobrevivirá largo tiempo después de que tu salud haya desaparecido.” Og Mandino