DESDE MI CONVERSIÓN HA HABIDO UN CAMBIO SEGURO, PERO NO TENGO NADA DE LO QUE ESTAR SATISFECHO

Eugenio reconoce que su conversión tiene que ser un proceso que debe continuar – él no está “inmerso en Dios” todavía.

… hasta he hecho que la realización de algunos se volviera ya imposible. Si doy fe a las palabras de mis Maestros, yo poseía muchos talentos y, si lo hubiera querido, me hubiera hecho una persona muy distinguida; no lo he querido, y nunca seré más que un hombre mediocre. Quiera Dios perdonarme las consecuencias de esa falta tan prolongada como mi juventud y que durará en sus efectos más que mi vida.
Desde mi conversión, ha habido, es verdad, algún cambio, pero no tengo por qué sentirme tranquilo sobre mis acciones: oh, qué lejos estoy de poner en ellas la pureza de intención que Dios exige. No estoy todavía, ni mucho menos, sumergido en Dios. Me encuentro sin cesar allí donde no debiera estar para nada. Robo a mi Dueño, pero ¡ay! mis rapiñas, lejos de enriquecerme me empobrecen; el oro al pasar por mis manos se vuelve humo; no, peor todavía, no me queda más que fango.

Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n.130

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