EL EXILIO COMO APRENDIZAJE

Como los patriotas franceses, dice la relación, amenazaban invadir todo el Piamonte, mi padre no creyó que su familia estaba segura en Turín, y decidió dejar esa ciudad para ir a Venecia y ponerse al abrigo en las lagunas de una república que pensaba iba a ser respetada por los republicanos franceses.

 Diario del Exilio en Italia, EO XVI pág. 32

La visita de Eugenio a Turín en 1825 habría revivido todos esos recuerdos de su experiencia como niño, 29 años atrás. El vivir once años de exilio le había dado la experiencia vivida por los exiliados e inmigrantes. Más adelante, como sacerdote y Obispo, esto le llevó a acercarse y servir a otros en la misma situación: los prisioneros de guerra austriacos, los trabajadores italianos en los muelles de Marsella, los niños limpia- chimeneas de Savoy, etc.

Se trata de un ministerio que continúan los Oblatos actualmente en un mundo multicultural, marcado incesantemente por el movimiento de las poblaciones, con las inquietantes consecuencias de la marginalización y el abandono.

Trabajando con los pobres y los marginados, nos dejaremos evangelizar por ellos, pues a menudo nos hacen escuchar de forma nueva el Evangelio que anunciamos. Prestando atención a la mentalidad de la gente, aceptaremos dejarnos enriquecer por su cultura y sus tradiciones religiosas.

CC&RR, Regla 8a

“Sólo el infortunio del exilio puede proporcionar una profunda comprensión y el panorama de las realidades en el mundo.”     Stefan Zweig

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