En todas las familias hay momentos de tensión, malos entendidos y palabras fuertes. La familia Oblata no estaba exenta de ello. Eugenio había recibido un reporte del recién ordenado Hippolyte Guibert, por haber pasado comentarios a otra persona acerca de uno de los miembros de la comunidad. Por el bienestar de la comunidad, Eugenio se vio forzado a intervenir.
¿Es cierto mi querido P. Guibert, que hayas tenido la inconcebible imprudencia, que hayas faltado a la caridad hasta el punto de denigrar al P. Honorat, ante el P. Jeancard diciéndole 1. que el P. Honorat no está considerado en el seminario de Nimes; 2. que se le considera como un exaltado sin medida y sin saber; 3. que el P. Mye, que felizmente le conoce bien, está prevenido contra él y lo para; 4. que el P. Mye ha estado obligado a imponerle silencio reprochándole ser tozudo, que sostiene obstinadamente una proposición falsa sobre los sacramentos?
Si no eres culpable de esa falta o si quieres atenuarla, dónelo a vuelta de correo, porque no podrías creer cuanto todo eso me aflige. No he pronunciado ningún juicio; al contrario, mi primera palabra ha sido que no es verdad que hubieses hablado así en términos tan ultrajantes que incitaban a confirmar a aquel a quien se lo decías en unas prevenciones injustas, pero, como excusándote en mi pensamiento agravo más la culpa de aquel que lo ha repetido como viniendo de tí, necesito conocer para no ser injusto hacia nadie y dar a cada uno la parte de culpa que tenga verdaderamente que reprocharse.
No añado ninguna reflexión para no exponerme a dar un golpe en el vacío. Te abrazo y espero tu respuesta con tanta impaciencia como ansiedad. Adiós.
Carta a Hippolyte Guibert, Agosto 22, 1825, EO VI núm. 195
El Padre Guibert respondió con humildad: “Recibí su carta en la cual me solicita apresurar mi respuesta. Lo hago de inmediato para no añadir una segunda falta a la primera. El Padre Jeancard sólo repitió mis comentarios, aunque en palabras más enérgicas… Pido el perdón de Dios por el pecado que he cometido y el de usted, mi querido Padre, por el dolor que le he causado y estoy dispuesto a pedir perdón al Padre Honorat, a quien ofendí y recibir cualquier otro castigo que desee usted imponerme” PAGUELLE DE FOLLENAY, I, 146-147.
“La práctica de la paz y la reconciliación es una de las acciones humanas de mayor vitalidad y más artísticas.” Nhat Hanh