LAS VERDADERAS RAZONES DE LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO DE EUGENIO

Habiendo expresado su enfado a causa del modo en que las habladurías interpretaron su vocación, Eugenio ahora explica a su padre las verdaderas razones. La falta de  comunicación causada por la guerra hizo que para Eugenio fuera imposible hablarle antes a su padre sobre ello.

Yo me he consagrado al servicio de la Iglesia porque era perseguida, porque estaba abandonada, porque, de 25 años acá, no podía ya confiar el ministerio divino, que anteriormente era solicitado por lo que había de más alto, más que a pobres artesanos y a míseros campesinos, porque, viéndonos marchar atropelladamente hacia un cisma que yo juzgaba inevitable, temía que se encontraran pocas almas generosas que supieran sacrificar sus comodidades y su misma vida por conservar la integridad de la fe, y me parecía que Dios me iba a dar suficientes fuerzas para atreverme a desafiar todos los peligros.
Yo estaba tan persuadido de que no tardaríamos en experimentar una cruel persecución, que al salir para el seminario de París, metí en mi baúl trajes laicos completos, pensando que me vería precisado a usarlos siendo sacerdote. Estos son los motivos que me han determinado , no hay otros, ni siquiera podría haberlos dado el carácter con que la bondad de Dios se complació en favorecerme…
… Pero, como le he dicho, no he entrado en el estado eclesiástico más que para tratar de reparar mis pecados haciendo algo de bien, trabajando por la salvación de las almas. Si hubiera deseado honores, no habría venido a buscarlos en la Iglesia, sobre todo en un momento en que solo se le prometían patíbulos…

Carta a Charles Antoine de Mazenod, el 7 de diciembre 1814, E.O. XV n. 129

El Presidente de Mazenod respondió el 22 de Febrero de 1815:

“Y desde que he hablado de tu ministerio, creo que éste es el momento para responder  a lo que tú me indicabas en lo que concierne a tu vocación. Puedo sinceramente decir que cuando supe indirectamente que tú habías adoptado el estado clerical, no me lamenté ni por la satisfacción de verte reproducir nuestra raza ni por las ventajas que hubieran derivado de un matrimonio brillante al que tú podrías haber aspirado y que, sin ninguna duda, habrías obtenido. Pero por un lado, me molestó que no me consultaras en un asunto tan importante, y por otro lado, el estado de conflicto en el que Francia se encontraba en ese tiempo me asustó. Aún así, no te conté nada de esto y, poniendo toda mi confianza en la infinita bondad de Dios, nunca dejé de agradecerle la decisión que había inspirado en ti y reanudé esto aún más especialmente desde que tú me has revelado los sublimes motivos de tu decisión. Espero que esta explicación sea suficiente para calmar tu mal genio sobre estas precipitadas palabras que se escaparon en mis memorias privadas para la condesa”.

Bibliothèque Méjanes, Ms. 2078(1944) (1-2)

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