NUESTRA VIDA EN TODAS SUS DIMENSIONES ES UNA ORACIÓN

Eugenio concluye su retiro diseñando su programa diario. Lo hace para estar en comunión con la comunidad Oblata de Aix, aunque se trata del programa básico de vida y oración al que se apegó toda su vida.

Siempre, pues, viviré en la unión espiritual más íntima con ellos… observaré mientras me sea posible la Regla en privado, conformándome en lo que se pueda incluso a las horas de los ejercicios. Así me levantaré a las 5 de la mañana, o a más tardar a las 5,30 cuando me haya acostado demasiado tarde, cosa que procuraré evitar.
Según que me haya levantado a las 5 o a las 5,30, haré tres cuartos de hora o media hora de oración. La santa misa seguirá inmediatamente a la oración. Tras la acción de gracias de la misa, leeré durante media hora la Sagrada Escritura. Para unirme a la hora del oficio de mis hermanos, según la hora que sea cuando acabe la media hora de lectura de la S. Escritura, diré las horas menores antes o después del desayuno. No esperaré a las 11,30 para rezar sexta y nona porque con demasiada frecuencia me expondría a diferirlas, ya que es la hora de los asuntos del secretariado; por eso no las separaré de prima y tercia que rezaré a las ocho.
Después del desayuno me pondré al trabajo que empezará siempre con una hora de estudio de la teología.
Cuando no haya algo de mucho apremio en los asuntos del obispado, prolongaré ese estudio de una hora; en otro caso, me ocuparé de los asuntos relacionados con el deber de mi cargo.
Durante las horas dedicadas al despacho, trataré de despachar las cartas y de adelantar la correspondencia al menos cuanto lo permita la afluencia de las personas que se relacionan con nosotros en esos momentos.
Inmediatamente antes de la comida, haré el ejercicio del examen particular tal como lo hacemos en nuestras casas, salvo que no empezaré leyendo el Nuevo Testamento, ya que esa lectura se hace en la mesa del obispo durante la comida.
Terminaré el examen con nuestras letanías usuales. Si alguno de los nuestros estuviera en el obispado en ese momento, se dispondrá que haga el examen al mismo tiempo que yo y conmigo.
Después de comer, cuando mi tío no tenga necesidad de mí, me retiraré lo antes posible, a no ser que deberes de conveniencia me retengan en el salón.
Si tengo algunos asuntos fuera, saldré para gestionarlos. En ese caso llevaré conmigo el breviario para rezar vísperas y completas en la iglesia donde entre para hacer la adoración.

Notas de Retiro, Mayo 1824, EO XV núm. 156

“Como misioneros, alabamos al Señor según las variadas inspiraciones del Espíritu: llevamos ante Él la carga cotidiana de nuestra preocupación por aquellos a quienes somos enviados (cf. 2 Cor 11, 28). Nuestra vida entera es oración para que el Reino venga a nosotros y por nosotros.”

CC&RR, Constitución 32

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