PRACTICANDO SIEMPRE EXACTAMENTE TODO CUANTO NUESTRA VOCACIÓN NOS PRESCRIBE

Fue dentro de este contexto de la primer muerte entre los Misioneros que André Sumien había escrito a Eugenio, quien respondió:

Me hablas mi querido amigo de todas las trabas y persecuciones que me han puesto desde el comienzo de la Sociedad. Me disgustaría si no fuera así. ¿No sabes que es el sello de la mano de Dios sobre nosotros?

La respuesta de Eugenio fue para reconocer que el sufrimiento y la persecución eran el sello de la aprobación de Dios a su misión.

¿Cómo quieres que el demonio no hiciera todos los esfuerzos posibles para cribarnos y no suscitara al mismo tiempo todas las tempestades desde el exterior, cuando veía su reinado atacado y tantos despojos arrebatados a su ferocidad? No podía ser de otra manera. Siempre ha sido así desde Abel hasta nuestros días. Hay que leer a ese propósito las admirables epístolas de S. Pablo; en ellas se encuentran muchos motivos de consuelo, porque ha pasado por todas las pruebas, como los demás santos.

Concluye reafirmando la necesidad del principio fundacional de la vida de los Oblatos – “SER para poder HACER”.

Seamos firmes en el bien, andemos siempre por los caminos del Señor practicando siempre exactamente todo cuanto nuestra vocación nos prescribe. Animémonos unos a otros, estemos unidos y todo irá bien porque cumplimos la voluntad de Dios.

Carta a André Sumien, Mayo 2, 1823, EO VI núm. 103

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.”     Carta a los Romanos 5:3-5

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