Eugenio concluye su carta a Jourdan instándole a rezar cada día y especialmente a que considere la eucaristía como su fuente de apoyo.
Guárdese de apartarse un solo día del altar; es ahí donde debéis sacar vuestra fuerza. En el momento de la comunión, dígale amorosamente “todas vuestras penas: “vim patior, responde pro me” [ed. Is. 38, 14: “Oh Señor estoy oprimido ¡sé mi seguridad!]
Abrace sus pies espiritualmente, protéstele que no os separaréis jamás de él, que queréis amarle siempre, colocadlo después en vuestro corazón y no os preocupéis de nada. He ahí lo que el Señor me manda que os diga.
Adiós, os abrazo muy tiernamente encomendándoos a nuestra buena Madre María.
Carta a Jacques Antoine Jourdan, 30 Marzo 1823, EO VI n 99
“Y cuando no puedas soportarlo, Él te sostendrá entre Sus brazos.” Francisco de Sales