Jacques Joseph Marcou tenía 14 años de edad cuando asistió a la primer reunión de la Congregación de los Jóvenes de Eugenio, en 1813. A partir de ese momento, su vida estuvo ligada con mucha cercanía a Eugenio, quien le acompañó en su desarrollo espiritual y cristiano. Al llegar a ser adulto, Marcou tenía contacto cercano con los Misioneros de Provenza y discernía la vocación de convertirse en uno de ellos. En diciembre de 1821, a los 21 años, inició su noviciado en Notre Dame du Laus.
Con una alegría paternal, Eugenio le escribió animándole mientras se preparaba a convertirse en uno de los Misioneros.
Nunca te he perdido de vista y vi con secreta satisfacción la dirección que el Espíritu de Dios te inspiraba;
Eugenio se había mantenido a distancia, para dar al joven libertad en su discernimiento vocacional
sin embargo, a pesar de algún consuelo que he podido permitirme dirigiendo tus primeros pasos hacia el santuario, o había dirigido tu juventud en los senderos de la virtud, quise mantenerme apartado para no exponerme a contrariar las inspiraciones de Dios en la elección que debías hacer, haciéndote adivinar mis deseos que habrían podido influenciar de un modo tal vez demasiado humano la decisión que debías tomar.
Carta a Jacques Marcou, Noviembre-Diciembre 1821, EO VI núm. 78
“Tenemos… un compañerismo inquebrantable con Él. Un padre nunca envía lejos a su hijo pensando no preocuparle que su hijo sepa que lo ama. El padre entraña saber que su hijo crea que cuenta con la luz del semblante de su padre sobre él cada día – que si envía a su hijo a la escuela o a cualquier lugar donde la necesidad le lleve, es con un sentido de sacrificio del sentimiento del padre. Si es así con un padre terrenal ¿qué piensas de Dios?” Andrew Murray