IDENTIDAD DE LA FAMILIA MAZENODIANA: CONCIENCIA DE LA IMPERFECCIÓN COMO MEDIO DE CRECIMIENTO

La relación de Eugenio con Dios era un medio de vida tan fuerte para él, que deseaba llevarlo a tanta gente como fuera posible, y compartir su visión y experiencia. En una carta dirigida a alguien que estaba considerando unirse a los Misioneros, le explicaba parte de las actitudes necesarias:

El misionero siendo llamado propiamente al ministerio apostólico debe intentar la perfección. El Señor lo ha destinado a renovar entre sus contemporáneos las maravillas antaño realizadas por los primeros predicadores del Evangelio.

Carta a M. Viguier, enero 6, 1819, E.O. VI núm. 38

El concepto de “intentar la perfección” podría dar una impresión errónea de que todo dependía de nosotros y nuestros esfuerzos. Es una lección que vemos a Eugenio aprender y desarrollar a lo largo de su vida.

Intentar la perfección significaba intentar cooperar más en las acciones de Dios. El tener conciencia de la imperfección personal, permitía a Dios trabajar en la persona, llevándole a ser mejor.

“Todo por Dios” y “oblación” es más sobre cooperar con las acciones de Dios en nosotros, que de llegar a la perfección a través de nuestros esfuerzos.

 

“Ser humano significa ser imperfecto, tener limitaciones y así cambiar y realizar un viaje perpetuo. La espiritualidad madura nos da la habilidad de vivir con alegría en un mundo imperfecto. Esto es importante, pues el mundo imperfecto es el único que tenemos. Y si Dios no amara a los humanos imperfectos, no tendría a nadie a quien amar!”    Richard Rohr

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