PREDICANDO: EL TEST DE UN SERMÓN EXITOSO.

hacer de tal manera, en una palabra, que, saliendo de nuestra predicación, no sean tentados de admirar tontamente lo que no han comprendido.
sino que vuelvan edificados, conmovidos, instruidos.
capaces de repetir en el seno de su familia lo que han aprendido de nuestra boca…

Regla de 1818, Capítulo 3, §1. De la predicación.

Cuando nos sentamos a preparar un sermón, necesitamos preguntarnos a nosotros mismos, “¿qué mensaje queremos que recuerde claramente la gente, cuando salgan de la iglesia y vuelvan a sus ocupaciones cotidianas?” Luego, todo en el sermón, está preparado a la luz de esta meta con un solo deseo: instruir y ofrecer un mensaje inolvidable que alimentará las vidas de los que nos escuchan a lo largo de la semana.

 

“La felicidad está dentro. No tiene nada que ver con cuántos aplausos recibas o cuántas personas te elogien. La felicidad viene cuando tú crees que has hecho algo verdaderamente significativo”.     Martin Yan.

Esta entrada ha sido publicada en Regla y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *