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LOS OBLATOS HERMANOS SON ESENCIALES EN NUESTRA MISIÓN
“Los Oblatos, sacerdotes y Hermanos, tienen responsabilidades complementarias en la obra de la evangelización”. Constitución 7
Originalmente, los Misioneros habían sido fundados como una sociedad de sacerdotes para evangelizar a través de la predicación y los sacramentos. Dos años después, al convertirnos en religiosos con votos, la vida religiosa fue una parte esencial de nuestra vocación, abriendo la puerta a hombres que desearan la vida religiosa de los Oblatos, sin ser sacerdotes.
Los Hermanos consolidaban la vida religiosa de la comunidad, pues eran los miembros permanentes que no iban a las misiones de predicación. Al principio, participaban en la misión Oblata atendiendo las necesidades materiales de la casa y de la comunidad, permitiendo que los sacerdotes se enfocaran en la predicación y las actividades sacramentales. Algunos sacerdotes Oblatos que se enfocaban al ministerio clerical, que los Hermanos no podían realizar, se sentían tentados a ver a los Hermanos como sirvientes domésticos. Eugenio impidió tales presunciones, estando convencido de la importancia de los Hermanos.
“¿No mencionaste en alguna ocasión un candidato para los Hermanos? Pasé la noticia al noviciado y envié al Hermano Ferrand a Córcega, dejándonos solo con el Hermano Roux. Son una clase especial, aunque vital, y cuando lleguen con nosotros es importante darles una buena formación”.
Carta de Eugenio a Bruno Guigues, Mayo 3, 1835, EO VIII núm. 514
“Hasta ahora solo he podido enviar a Ajaccio a Guibert, Telmon y al Hermano Ferrand, sin quien me comenta Guibert no habría podido abrir su seminario, de tanta utilidad para ellos. ¡No debatamos acerca de los buenos Hermanos después de ello! Admitiré al Hermano Roux para su oblación final y depende del resto de ustedes traernos algunos más”.
Carta de Eugenio a Bruno Guigues, Mayo 27, 1835, EO VIII núm. 516
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INFLEXIBLE EN SUS PRINCIPIOS, AL TIEMPO QUE CUIDA DEL BIENESTAR DE LAS PERSONAS
Su acción debe manifestar también un verdadero deseo de unidad con todos aquellos que se reconocen discípulos de Cristo para que, según su oración, el mundo crea que el Padre le ha enviado (cf. Jn 17, 21). (Constitución 6)
Eugenio de Mazenod solo conocía las ideas teológicas de su época y en el siglo XIX no se conocía el concepto de ecumenismo. Yvon Beaudoin comenta sobre: “El Obispo de Mazenod como teólogo. Al respecto, el Padre Rey escribió con exactitud que el obispo de Marsella era ‘inflexible en sus principios, inquebrantable en sus convicciones religiosas’. Su primera profunda convicción era que la “única veneración verdadera”, “la única religión verdadera”, “la verdadera cristiandad” y Verdad se encuentra solamente en la Iglesia Católica… Tras juzgar con gran severidad la herejía y equivocación en la que viven los Protestantes, es sorprendente encontrar aquí y allá en los escritos del Obispo de Mazenod juicios mucho más moderados y positivos.
En dos ocasiones se refiere a los Protestantes como ‘nuestros hermanos equivocados’ y dos veces como nuestros ‘hermanos separados’. Por otra parte, comenta que en el protentastismo hay ‘almas elegidas en las que se manifiesta la labor del Espíritu Santo y la abundancia de gracia’, personas que se acercan a la Iglesia Católica por ‘las mayores razones’ y ‘buscan la verdad con una disposición extraordinaria’”. (Vie Oblate Life p.520)
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RELACIONES INTER-RELIGIOSAS: AMAR LO QUE DIOS AMA
“Por amor a la Iglesia… están unidos a los hombres que sin conocer a Cristo como Señor, se dedican a promover los valores del Reino”. (Constitución 6)
Al inicio, los Oblatos fueron fundados para re-cristianizar a quienes habían tenido problemas con su fe como resultado de la Revolución Francesa. Cuando Francia conquistó Argelia en 1830, Eugenio vio a posibilidades inmensas para la misión. Argelia había sido católica alguna vez bajo figuras como San Agustín de Hipona. Tuvo éxito al tratar de enviar Oblatos para evangelizar a los árabes entre 1830-1832. Tuvo éxito en 1849-1850, pero tuvo que dejar la misión y devolver a los Oblatos, pues no tenían permitido evangelizar a los árabes.
En 1842 Eugenio y un grupo de obispos viajaron a Argelia por los restos de San Agustín que se encontraban en el lugar. En su diario reflexiona sobre las oraciones de los musulmanes. Al leer este texto, no olvidemos que el punto de vista de Eugenio corresponde a su época, en la que no había salvación fuera de la Iglesia Católica.
“Alabo su respeto por el lugar donde oran; ¡Dios estaría complacido si los cristianos los imitaran en eso! Mi corazón se encoge al pensar que estos pobres infieles no conocen al Dios al que honran a través de su culto. Creo que hay un profundo sentimiento religioso en respuesta a sus demostraciones. También aprecio su silencio, postración e invocaciones suplicantes; ¿pero qué hay en sus corazones distorsionados?
¿Puede alguien complacer a Dios al rechazar a su hijo Jesucristo, nuestro
Salvador? ¡Pobre gente, es para sentir pena por ellos!
Diario de Eugenio de Mazenod, Noviembre 1842.
En la época de Eugenio no se tenía en mente el concepto de diálogo inter-religioso. Sin embargo, en la actualidad, nos guiamos por lo que dice la Constitución 6: “esperando la llegada del reino de Dios, nos unimos a todos los que, sin reconocer a Cristo como Señor, aman lo que Él ama”.
(Constitución 6). (Nota de traducción, traducido del texto en inglés; no tomado del texto existente en español, para coincidir con la idea del autor del blog)
Como Oblatos, nuestro testimonio al estar en las comunidades musulmanas en muchas partes del mundo, es de diálogo y respeto a nuestros valores comunes al vivir la relación con Dios.
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UN GENUINO DESEO POR LA UNIDAD
“Su acción debe manifestar también un verdadero deseo de unidad con todos aquellos que se reconocen discípulos de Cristo para que, según su oración, el mundo crea que el Padre le ha enviado (cf. Jn 17, 21). (Constitución 6)
En la época de Eugenio, no existía el concepto de ecumenismo como lo conocemos hoy. Trescientos años después de la Reforma Protestante, el antagonismo entre la “Iglesia verdadera” y quienes habían protestado y se “habían alejado”, seguía muy latente y se reflejaba en el vocabulario de la época, y por tanto, en los escritos de Eugenio. Sin embargo, en el centro de ello, encontramos que el corazón de Eugenio anhelaba su retorno a la Iglesia Católica Romana. En las misiones Oblatas y en la diócesis de Marsella encontramos muchas referencias a este suceso. El Obispo dirigió una carta pastoral a su diócesis, pidiéndoles pedir por “el retorno de Inglaterra a la unidad católica”:
“En nuestra diócesis, donde la comunicación con todo el mundo trae a diario personas de todas las religiones, las casi incesantes renuncias a manos de nuestros sacerdotes se basan constantemente en los mayores motivos, según atestiguamos. Estos valerosos actos nos revelan cada vez las almas de élite en las que trabaja el Espíritu Santo y donde se manifiesta la abundancia de gracia. La santidad de sus vidas da testimonio de la atracción divina a la que estas almas obedecen”.
Carta Pastoral, Diciembre 21, 1845
El amor de Eugenio por Cristo Salvador, le llevaba a desear una total unidad en Jesucristo con los cristianos de otras denominaciones. Actualmente somos llamados a desarrollar y profundizar “un verdadero deseo de unidad”. (C6)
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LA ADMIRACIÓN DEL OBISPO EUGENIO POR LA FIDELIDAD DE LOS CATÓLICOS ORIENTALES QUE SUFREN Y SON PERSEGUIDOS
“Por amor a la Iglesia… en las Iglesias locales donde trabajamos, coordinamos nuestra actividad misionera con la pastoral de conjunto y colaboramos fraternalmente con los demás obreros del Evangelio”. (Constitución 6)En sus muchos domos Bizantinos, el Obispo Eugenio muestra en la Catedral de Marsella, su entendimiento del vínculo entre el Oriente y la ciudad puerto, fundada hace cerca de 2600 años por colonizadores griegos. En tiempos de Eugenio había una constante interacción entre el Este y el Oeste, debido a su posición marítima. Las víctimas de guerra y persecusión del Medio Oriente se refugiaban en la ciudad, donde se asentaban. Había una comunidad de católicos griegos y de católicos maronitas, de quien se sentía responsable pastoralmente, asegurándose de que hubiera iglesias y sacerdotes a su cargo.En este contexto, Yvon Beaudoin escribió: “además de sus tareas pastorales, el Obispo era responsable de muchas otras preocupaciones que requerían paciencia y virtud, como la hospitalidad, la compasión y ayuda mutua para los católicos cuya fidelidad a la fe verdadera y valor ante los siglos de incomprensión, lucha y persecución admiraba”.Hoy en día, ante la difícil situación de los países en el Medio Oriente, recordemos la preocupación de Eugenio por los refugiados y el sufrimiento en los países de donde provenían. Que el espíritu “fraternal con los demás obreros del Evangelio” (Constitución 6), nos lleve a una oración ferviente y a la acción por la paz y a ayudar. |
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EL PAPA SIENTE LA ANGUSTIA DE TODA LA IGLESIA
Por amor a la Iglesia, los Oblatos… aceptan lealmente, con fe esclarecida, la enseñanza y las orientaciones de los sucesores de Pedro y de los Apóstoles” (Constitución 6)En la carta a la gente de su diócesis, el Obispo Eugenio les presentó la del Papa Pío IX a la Iglesia Universal, en la que solicitaba ayuda para las víctimas de la terrible hambruna en Irlanda y nos da un vistazo interesante de la comprensión de Eugenio del Papa y el sufrimiento vinculado a su responsabilidad. Comienza parafraseando el texto de San Pablo “… la preocupación diaria que supone la atención a todas las iglesias” (2 Corintios 11:28), continuando:“Elegido por el Cielo como representante del Pastor Supremo de las almas en todo el mundo, ve a la Iglesia combativa, obligada a soportar los terribles ataques que se incrementan y a resistir duras batallas.
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EL SUCESOR DE PEDRO EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
“… Aceptan lealmente, con fe esclarecida, la enseñanza y las orientaciones de los sucesores de Pedro y de los Apóstoles”. (Constitución 6)Cuando el Obispo Eugenio publicó a la gente de su diócesis la carta del Papa Pío IX a la Iglesia Universal solicitando ayuda para la hambruna en Irlanda, concluyó con un llamado a apoyar al Papa en su sufrimiento por la Iglesia.Los Papas, hasta que el Papa Pablo VI lo abolió, eran coronados con una tiara, cuyo origen fue el doble rol del Papa como jefe espiritual de la Iglesia, y como era en la época de Eugenio, gobernante temporal (rey) de los Estados Papales. La dirección temporal fue completamente eliminada en 1870, aunque el uso de la tiara continuó hasta 1963.“Su cabeza lleva la corona de espinas del divino Salvador, bajo la tiara del Rey-Pontífice”.Siendo un fuerte creyente en la misión divina instituída para el sucesor de Pedro, Eugenio creía que el Papa comprendía de forma especial el destino de la Iglesia, a pesar de sus penurias.“Así como Jesucristo desde la cruz, y su Vicario desde el trono del Príncipe de los Apóstoles llama al mundo, y su espíritu, iluminado por una luz sobrenatural que penetra las profundidades de los sucesos actuales y ve los oscuros planes del mal, nos dice que se encuentra constantemente preocupado y alarmado por ellos. Es como el Salvador en el Huerto de los Olivos, cuando su lucha, su sufrimiento y la infidelidad de la humanidad llegaron a su mente, quedando atrapado en el temor y la aflicción, el “miedo y angustia”. (ed. Marcos 14:33)Carta Circular del Obispo Eugenio a la gente de Marsella, Junio 12, 1847, EO III Circular núm. 3 |
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ACEPTAMOS LEALMENTE, CON FE ESCLARECIDA, LA ENSEÑANZA Y LAS ORIENTACIONES DE LOS SUCESORES DE PEDRO Y DE LOS APÓSTOLES
“Por amor a la Iglesia, los Oblatos cumplen su misión en comunión con los pastores que el Señor ha puesto al frente de su pueblo; aceptan lealmente con fe esclarecida, la enseñanza y las orientaciones de los sucesores de Pedro y de los Apóstoles”. (Constitución 6)
“Sin embargo, puesto que el Sumo Pontífice posee en su ser sagrado la plenitud del poder apostólico, y así reúne en él todos los derechos de la misión encomendada a Pedro y los demás Apóstoles, es a él a quien debemos dirigir nuestros mayores sentimientos de piedad filial. Él es el Padre común, la Cabeza de la gran familia de los hijos de Dios en la tierra”.
(Carta Pastoral del Obispo Eugenio a la Diócesis de Marsella, Febrero 16, 1860).
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NUESTRO AMOR POR LA IGLESIA NOS LLEVA A CONSIDERAR A LOS OBISPOS COMO NUESTROS PADRES, DESDE EL MOMENTO QUE NOS ADOPTAN
“Por amor a la Iglesia, los Oblatos cumplen su misión en comunión con los pastores que el Señor ha puesto al frente de su pueblo…” (Constitución 6)
“Somos hombres de los obispos” es una consigna que se ha utilizado demasiado e incorrectamente a lo largo de la historia de nuestra Congregación. Al sacarla de contexto, se ha interpretado como la razón por la que un Oblato sea “ministro con muchos oficios” en alguna diócesis, según los caprichos del obispo. El punto clave para comprender este concepto está en el contexto en que se escribieron estas palabras.
El Vicario General de Grenoble se había acercado a Eugenio sobre que los Oblatos fueran a trabajar a su diócesis. En su respuesta, Eugenio hizo claro el ministerio de los Oblatos, que en esa época era la evangelización a través de las misiones parroquiales, y cuando no lo realizaran, trabajarían con los pobres con quienes la Iglesia no tenía mucho acercamiento y que la sociedad consideraba “escoria”.
“En una aldea, durante el intervalo entre misiones, nuestros Misioneros, dedicados como eran, al servicio de las almas abandonadas, realizaban un ministerio muy útil entre las personas de las clases bajas. Por ejemplo, en Marsella, atendían a los marginados de la sociedad, personas entre los 25 y 30 años, que aun no habían hecho su Primera Comunión y no conocían a Dios o acerca de sus almas; les instruían con cuidado y su tarea ha sido premiada con el mayor de los éxitos”.
Luego subrayó que este ministerio se realiza en la mayor cercanía con el obispo local, siempre listos para servirlo, aunque dentro de los parámetros de nuestro carisma. En varias ocasiones posteriores, Eugenio tuvo que retirar a los Oblatos de alguna diócesis o de un ministerio particular que consideró no estar de acuerdo con su visión de nuestra vocación carismática.
“Consideramos a los obispos como nuestros padres desde el momento que nos adoptan; su diócesis se convierte en nuestra familia y puedo declarar que estos hijos por adopción dan testimonio de ello ante todos, a través de su afecto y apego. Además, tenemos el consuelo de ver que los Obispos nos otorgan constantes e inconfundibles señales de preferencia.
Somos hombres del Obispo; estamos a su disposición en todo momento, día y noche. Por lo general, debemos vivir bajo su influencia”.
Carta a M. Testou, Vicario General de Grenoble, Junio 17, 1828, EO XIII núm. 68
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