EL SUCESOR DE PEDRO EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
“… Aceptan lealmente, con fe esclarecida, la enseñanza y las orientaciones de los sucesores de Pedro y de los Apóstoles”. (Constitución 6)
Cuando el Obispo Eugenio publicó a la gente de su diócesis la carta del Papa Pío IX a la Iglesia Universal solicitando ayuda para la hambruna en Irlanda, concluyó con un llamado a apoyar al Papa en su sufrimiento por la Iglesia.
Los Papas, hasta que el Papa Pablo VI lo abolió, eran coronados con una tiara, cuyo origen fue el doble rol del Papa como jefe espiritual de la Iglesia, y como era en la época de Eugenio, gobernante temporal (rey) de los Estados Papales. La dirección temporal fue completamente eliminada en 1870, aunque el uso de la tiara continuó hasta 1963.
“Su cabeza lleva la corona de espinas del divino Salvador, bajo la tiara del Rey-Pontífice”.
Siendo un fuerte creyente en la misión divina instituída para el sucesor de Pedro, Eugenio creía que el Papa comprendía de forma especial el destino de la Iglesia, a pesar de sus penurias.
“Así como Jesucristo desde la cruz, y su Vicario desde el trono del Príncipe de los Apóstoles llama al mundo, y su espíritu, iluminado por una luz sobrenatural que penetra las profundidades de los sucesos actuales y ve los oscuros planes del mal, nos dice que se encuentra constantemente preocupado y alarmado por ellos. Es como el Salvador en el Huerto de los Olivos, cuando su lucha, su sufrimiento y la infidelidad de la humanidad llegaron a su mente, quedando atrapado en el temor y la aflicción, el “miedo y angustia”. (ed. Marcos 14:33)
Carta Circular del Obispo Eugenio a la gente de Marsella, Junio 12, 1847, EO III Circular núm. 3
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