SOLICITUD DE UN VICARIATO OBLATO

El Vaticano había dividido la diócesis de Jaffna en dos y nombrado al Obispo Bravi a Colombo. Eugenio escribió a Propaganda Fide:

“Aunque los cristianos en el vicariato de Colombo son más numerosos, más adinerados y generosos, las escuelas en ese vicariato reciben del gobierno 100 libras de plata más cada año. Sin embargo, las escuelas en el vicariato de Jaffna no reciben absolutamente nada”.

Puesto que después de la división Jaffna sería el área más pobre, los Oblatos deseaban consolidar su presencia misionera en ese lugar.

“El proyecto que quisiera presentarle sería obtener de la S. Congregación que el vicariato de Jaffna fuera enteramente atendido por los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, y que un Oblato, por ejemplo, el P. Semeria, a quien he elogiado frecuentemente, fuera elegido coadjutor del Vicariato Apostólico actual, con futura sucesión. Me parece que esa medida aseguraría el bien de ese Vicariato que podría progresar gracias a la unidad de la disciplina, y a la conformidad de los proyectos. Se podría entonces dar más importancia a la propagación de la fe, establecer una casa de formación y, dado el caso, un seminario. Todo eso es posible con una Congregación religiosa, pero muy difícil con sacerdotes aislados y sin lazos que les unan”.

Carta al Obispo Barnabo, Secretario de la Congregación para la Propagación de la Fe,
Febrero 27, 1850, EO V núm. 13.

Esta solicitud sería cumplida hasta seis años después.

REFLEXIÓN

Como hemos comentado, en esa época en que los medios de comunicación eran tan difíciles, era importante asegurar la unidad en el enfoque de las tareas misioneras, y es por ello que Eugenio comenzó a solicitar que cuando un área fuera confiada a los Oblatos, si el Obispo del lugar también fuera superior religioso, que éste fuera Oblato.  En nuestros relatos hemos visto varios ejemplos de ello.

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HASTA AHORA NO ME HAN MENCIONADO NINGUNA CONVERSIÓN

Después de tres años de presencia Oblata, Eugenio escribió:

“Busco en vano en las cartas cuáles son sus tareas, hasta ahora no me han mencionado ninguna conversión, y francamente solo he aceptado enviar misioneros a Ceilán con la esperanza de verlos dedicados a la conversión de las almas.

Carta al P. Étienne Semeria en Jaffna. Enero 17, 1850, EO IV núm. 14

En respuesta al deseo de Eugenio de ver resultados pronto, el Padre Semeria escribió en abril de 1850:

“Debemos hacernos a la idea de casi ser mártires de la paciencia.  El bien que haremos aquí no será evidente por un largo tiempo.  Tratar con estas personas como se haría con los europeos sería arriesgar a arruinarlo todo.  Sin embargo, el bien se puede hacer y se está haciendo.  Jaffna es prueba de ello. Cuando los sacerdotes Goanos se encontraban trabajando aquí, los cristianos más fervientes, que eran escasos, casi no asistían a confesión incluso en Pascua. Ahora tenemos cerca de treinta comuniones al día en nuestra iglesia.  Antes no había Presencia Santa y ahora muchas personas visitan el Santísimo Sacramento a diario.  Antes, era imposible reunir a los niños para el catecismo y en los dos últimos años he tenido éxito en hacerlo y los adultos también llegan a las clases de forma espontánea.  En un corto período he bautizado a sesenta y siete adultos”.

Tres años después el P. Semeria escribió:

“Creo que en ocasiones es más sencillo convertir a los idólatras que son tocados repentinamente por las verdades no conocidas antes que se les enseñan, que regenerar a los medio-cristianos que han abusado de la gracia recibida.  Aun así, aunque no podemos elogiarnos de haber hecho todo el bien que queríamos, el cambio hecho en el pensamiento y comportamiento de muchos de nuestros cristianos es realmente maravilloso.  Cualquiera que conociera la ciudad de Jaffna hace cinco o seis años, ciertamente tendría una buena razón para alabar al Señor, si analizara la enorme diferencia que hay entre los cristianos de entonces y los de ahora”.
(https://www.omiworld.org/lemma/semeria-bishop-etienne/)

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NUESTROS OBLATOS ESTÁN LLAMADOS A OTRO MINISTERIO

Eugenio tenía grandes sueños para el éxito misionero de los Oblatos en Ceilán, y estaba impaciente por ver resultados.

          “Intentaré enviarles dos misioneros, aunque esté menos dispuesto en favor de su misión de Ceilán. No me consta que hagan mucho, y es además por la fuerza. Busco en vano en las cartas cuáles son sus tareas, hasta ahora no me han mencionado ninguna conversión, y francamente solo he aceptado enviar misioneros a Ceilán con la esperanza de verlos dedicados a la conversión de las almas.
Para otros misioneros que busquen el sustento, es bueno ganarlo trabajando en parroquias, pero nuestros Oblatos están llamados a otro ministerio. Les ruego decirme detalladamente todo cuanto se refiere a ustedes, ya sea en lo espiritual o en lo temporal”.

Carta al P. Étienne Semeria en Jaffna. Enero 17, 1850, EO IV núm. 14

Le pidieron a Eugenio ser paciente, pues los Oblatos debían aprender los idiomas, y más importante, la cultura y forma de pensar de la gente, que era muy diferente a la de Europa y Norteamérica.

REFLEXIÓN

“Toda vida se compone de errores y aprendizaje, espera y crecimiento, de practicar la paciencia y ser persistente”.     (Billy Graham)

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EXTENDER LA ACTIVIDAD MISIONERA PARA LA CONVERSIÓN DE LOS NO CRISTIANOS

Llevando ahora nuestra atención a Ceilán, recordamos cómo los primeros cuatro Oblatos habían llegado al lugar en 1847, con la encomienda de revivir la fe de los católicos que la habían abandonado y convertir a más de un millón de personas que no conocían a Jesucristo.

El Padre Semeria siempre colaboraba con el Obispo Bettachini, quien lo nombró su secretario. Aceptó que el Obispo Bettachini ubicara a tres sacerdotes en tres misiones distantes entre sí: el Padre Semeria en Jaffna al norte, el Padre Ciamin in Mantotte al oeste y el Padre Keating en Batticaloa al este. No sabemos dónde era el ministerio del Hermano de Steffanis.  Más adelante el Padre Semeria se encargaría de que los misioneros fueran asignados por pares a las misiones. Cuando llegó el segundo grupo en 1849, los Padres Semeria y Le Bescou quedaron en Jaffna, los Padres Ciamin y Leydier en Punta Pedro y los Padres Keating y Mouchel en Batticaloa. Dos más llegaron en 1850.

“Para completar el cuadro que quise preentarle, Eminencia, le recordaré que diez misioneros Oblatos trabajan en el vicariato de Jaffna en Ceilán, y que otros seguirán, cuando se digne la Santa Sede confiar ese Vicariato a la Congregación, no solo para facilitar extender la actividad misionera para la conversión de los no cristianos, sino también para la fundación de escuelas y de un seminario”.

Carta al Cardenal Fransoni, Prefecto de la Sociedad para la Propagación de la Fe, Julio 25, 1850  EO V, núm. 16

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EXPANSIÓN DE LAS MISIONES EN CANADÁ

Las misiones Oblatas se extendían en Canadá, según vemos en este reporte que Eugenio envió a Roma, al Cardenal Fransoni, Prefecto de la Sociedad para la Propagación de la Fe.

 “En Canadá, hay dos comunidades en la diócesis de Montreal para las misiones urbanas y rurales; una comunidad en el Saguenay, diócesis de Québec, para las misiones entre los colonos y los nativos, se puede decir al servicio completo de la diócesis de Bytown, donde los Oblatos de María Inmaculada tienen un noviciado, se aseguran del buen funcionamiento del seminario; van a las misiones de los nativos del Abitibi y del Temiscamingue y evangelizan grupos de centenares de hombres que viven gran parte del año talando árboles en los bosques; no había muchos cristianos, lo que ha cambiado desde que los Oblatos los visitan a pesar de mucho sufrimiento y fatiga. Además, la Congregación de los Oblatos atiende casi por completo el vicariato de San Bonifacio en el Río Rojo y llegan aún hasta la isla de la Crosse y hacia la Bahía de Hudson”.

Carta al Cardenal Fransoni, Prefecto de la Sociedad para la Propagación de la Fe, Julio 25, 1850  EO V, núm. 16

REFLEXIÓN

«El valor no es la ausencia del temor, sino más bien de juzgar que algo es más importante que temer”. (Ambrose Redmoon)

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EL HÁBITO NO HACE AL MISIONERO

A su llegada, el P. D’Herbomez quedó sorprendido al ver a los “renombrados misioneros de Oregón en su primer encuentro con ellos. “El Hermano Verney portaba una gorra francesa, pantalones de piel de cabra y mocasines, una tela verde debajo de un viejo chaleco azul y una levita.  Pandosy vestía una sotana desgastada y un viejo sombrero de palma, pantalones de piel de cabra y zapatos gruesos. Todo ello hizo a D’herbomez exclamar “El hábito no hace al misionero”.   (Young pág. 102).

Al principio, el P. Ricard consideró enviar al P. D’Herbomez con la tribu Swanomish en Puget Sound. Sin embargo, decidió después que utilizaría mejor su tiempo aprendiendo inglés, chinook y Walla Walla. De inicio lo enviaron a trabajar en las misiones Yakama con el Padre Chirouse.  En agosto de 1851, los Padres Chirouse, D’Herbomez y el Hermano Verney viajaron a la misión San José del Padre Chirouse en el condado Yakama. Para el P. D’Herbomez fue un viaje difícil a través de los peligrosos pasos escarpados de las montañas y quedaron aliviados y felices de llegar a la misión en la zona silvestre que sería su casa.  (Young  Pp.115 -116).

REFLEXIÓN

A menudo tenemos ideas románticas de los primeros misioneros Oblatos bellamente vestidos con sotanas impecables y Cruces predicando y convirtiendo, pero las narraciones de sus experiencias reales acaban con ellas.  Lo que cuenta es la calidad de sus vidas, la predicación ferviente  y valiente del Evangelio y su testimonio de cómo vivían su mensaje.

“Cuídate mientras vivas, de juzgar a las personas por su apariencia exterior”.
Jean de La Fontaine

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SOLO DIOS PUEDE VALORAR EN ESOS HOMBRES ABNEGADOS TODO CUANTO SUFREN POR SU GLORIA Y LA SALVACIÓN DE LAS POBRES ALMAS VERDADERAMENTE ABANDONADAS

Al escribir a la Sociedad para la Propagación de la Fe y solicitar ayuda financiera para las misiones en el extranjero, Eugenio dio detalles de las misiones en Oregón y el Río Rojo.

“Comienzo por agradecer a usted y al Consejo la asignación concedida para las misiones atendidas por los Misioneros Oblatos de María.

No se imaginan las necesidades extremas de las misiones de Oregón y del Río Rojo, entre otras.

En Oregón están a punto de morir de hambre; los informes que recibo muestran a los misioneros obligados a comer perros y lobos como un gran regalo, a caminar descalzos a falta de poder conseguir zapatos, y obligados a vestir una manta cortada como especie de sotana. Comprenderán que no descuidé enviar lo que pudiera serles necesario, pero la travesía es tan larga para llegar a ese extremo del mundo, que han sufrido mucho con tan larga espera.

Los del Río Rojo viven en una atmósfera glacial y a tan grandes distancias unos de otros, cuesta una enormidad procurarles los alimentos más sencillos. Sólo Dios puede valorar en esos hombres abnegados todo cuanto sufren por Su gloria y la salvación de las pobres almas verdaderamente abandonadas”.

Carta al Presidente de la Propagación de la Fe, Marzo 20, 1850, EO V, núm. 11

Young p. 90-91:
“Permanecieron silenciosamente entre las tribus, aprendiendo poco a poco su forma de vida.  Aunque podían tener el bienestar de la tierra, no podían asentarse.  La comida escaseaba y después de haber terminado con todos los perros y lobos, debieron alimentarse de los caballos y ganado que habían esperado utilizar como bestias de trabajo.  Su dieta consistía básicamente de papas y la pesca del día.  Su ropa eran harapos y los zapatos no se sujetaban ya a los pies. Peor que la tortura física de su pobreza, era la de la soledad.  El lado positivo era que la misión seguía expandiéndose y llegando más efectivamente a los pueblos nativos.  Chirouse y Pandosy siguieron aprendiendo y mejorando en las lenguas nativas y viabajan entre los varios pueblos de su interés.  También aprendieron a cómo manejar la misión entre los nativos”.

REFLEXIÓN

“Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y Sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos. (Mateo 28: 19-20)

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ADAPTÓ EL LUGAR DE LA MISIÓN AL ESTILO DE VIDA DE QUIENES SERVÍA

Mientras tanto, el primer grupo de Oblatos estaba ya en Oregón, esperando a los tres misioneros.

Eugenio suponía:

“No sé si se puede pensar en establecer la cristiandad entre los nativos; en ese caso dejaríamos actuar a la Providencia, y si nos llamara a hacer florecer la fe en esos lugares, espero no faltarán sujetos abnegados para consagrarse a ese ministerio”.

Carta al Obispo Guigues, Abril 13, 1850, EO I, núm. 131

Tuvieron éxito a pesar de todo lo que parecía estar en su contra. A principios de 1847 construyeron una capilla y casa de madera en el delta de los ríos Yakima y Colombia, dedicando la misión a Santa Rosa de Lima.  La ubicación de esta misión no fue adecuada, debido a la falta de madera y tierra para cultivar, además de que no había un campamento Amerindio, por lo que los Oblatos no permanecieron mucho tiempo.  Mientras tanto, el Padre Ricard estableció una fundación en la ribera sur de la bahía Puget Sound. A principios de 1848 y 1849, los Padres Chirouse y Pandosy, junto con los Hermanos Blanchet y Verney, fundaron tres misiones más a una distancia de cerca de 50 kilómetros entre ellas “a solicitud de los jefes de pequeñas tribus Yakima, que contaban con cerca de 150 a 300 personas cada una”, según escribió el Padre Ricard al Padre Faraud, el 10 de febrero de 1852.  Los misioneros construyeron una capilla sencilla en cada lugar.  Cuando llegaron a la región “no había parroquia, ni misión, ni capilla, ni casa”.
https://www.omiworld.org/lemma/oregon-united-states-1847-1860/

Ron Young (pág. 85):  “Santa Rosa, Inmaculada Concepción, San José y Santa Cruz en la diócesis de Walla Walla eran un poco más que chozas en las áreas silvestres, distantes y poco atractivas. Pasó tiempo antes de que pudieran construirse mejor y cambiar su apariencia.  Sin embargo, estaban bien situadas para interactuar con los pueblos nativos de la zona.  Además, el Padre Chirouse tuvo la gran iniciativa de seguir a la tribu Kamiakin a su refugio invernal y establecer otra misión ahí para continuar la evangelización que había iniciado.  Así, adaptó el lugar de la misión al estilo de vida de quienes servía”.

REFLEXIÓN

“Si no puedes volar, corre; si no puedes correr, camina, y si no puedes caminar, gatea.  Sin importar lo que debas hacer, sigue avanzando”.    Martin Luther King Jr.

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UNA TRAVESÍA MARÍTIMA DE 230 DÍAS

Conforme la Congregación Oblata se extendía, las cartas de Eugenio ya no siempre contenían  tantos detalles sobre las misiones y por ello creo importante encontrarlos a través de narraciones.  Puede que no sean las palabras de Eugenio, pero sí las vidas y logros de los Oblatos, donde encontramos  su carisma y espíritu totalmente vivo.

Como leímos antes, el primer grupo de 5 Oblatos, con el P. Ricard como superior, habían viajado a Oregón vía Nueva York y de ahí, “viajaron por barco, diligencia, barco de vapor, a pie, por carreta y a caballo para llegar a su destino.  Al concluir su camino por el Territorio de Oregón, estaban exhaustos y aun así, al llegar estaban listos para comenzar de inmediato el establecimiento de su misión con los pueblos nativos del área (Ron Young, La Misión de los OMI en Oregón, pag. 69).

Un segundo grupo llevaba artículos muy necesarios.  El 29 de noviembre de 1849, Eugenio escribe en su Diario que el P. Louis D’Herbomez (de 27 años) y los Hermanos Gaspard Janin (de 51) y Philippe Surel (de 30) habían zarpado hacia Oregón. En esa época no existía el Canal de Panamá, por lo que debían rodear el continente por Sudamérica.

“Ayer recibí una carta de Río de Janeiro de nuestro P. D´Herbomez que va al Oregón. El 14 de febrero seguía allí todavía, habiendo salido de Marsella en noviembre”.

Carta al P. Bellon en Maryvale, Abril 21, 1850, EO III núm. 38

¡Tras una travesía de cerca de 230 días, llegaron a San Francisco el 19 de julio de 1850! Y seis semanas después por fin llegaron a su destino en Oregón. Escritos de Ron Young (pág. 102).

“El pequeño grupo salió con veintidos piezas de equipaje llenas con artículos básicos y dinero muy esperado para la Misión de Oregón.  A diferencia de sus predecesores, estos misioneros hicieron todo el viaje por mar desde Francia, rodeando el Cabo de Hornos hacia San Franciscso, desde donde fueron a Portland, Oregón, a bordo del barco Caroline. Continuando de ahí, viajaron al Fuerte Vancouver en lo alto del Río Columbia”.

REFLEXIÓN

Los barcos de ese tiempo no eran cruceros lujosos con aire acondicionado ni refrigeración, lo que nos hace admirar a esos misioneros por toda la incomodidad que estaban dispuestos a soportar por la salvación de las almas.

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EL FRACASO NO ES FATAL:  LO QUE CUENTA ES EL VALOR PARA CONTINUAR

“Ordenación en mi capilla del hermano Richard Moloney. Lo hice subdiácono para ordenarlo diácono en el sábado Sitientes y sacerdote el lunes de Pascua. Es uno de los tres destinados a la misión de Buffalo.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 22, 1850, EO XXII

Los primeros tres Oblatos enviados a Buffalo tenían 25 años, acababan de terminar sus estudios y de ser ordenados. Pierre Amisse era el superior, acompañado por Richard Moloney y Francois Xavier Pourrat.  A su llegada, no pudieron hacerse cargo de la iglesia que se les había prometido, pues el pastor rehusó irse.  Estaban desanimados y también se dieron cuenta de que necesitaban tener mayor fluidez en inglés para poder seguir.  Después de 15 días los tres jóvenes salieron a Montreal.  Pasaría un año antes de que llegara una comunidad de Oblatos para permanecer en el lugar y desde entonces, siguen en Buffalo.

REFLEXIÓN

“El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el valor para continuar”.
(Winston Churchill.)

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