CELEBRAR SIEMPRE LA ALEGRÍA DE LA PASCUA CON LA COMUNIDAD

El punto crucial en la vida de Eugenio fue su experiencia del amor de Dios por él en la Cruz. Su experiencia del Viernes Santo fue la puerta que se abrió para dar la bienvenida al Cristo Resucitado en la Pascua. Debido a la importancia de la Pascua, insistía en que los Misioneros siempre la pasaran juntos y que organizaran sus compromisos pastorales para ello. En su carta a los Oblatos en la misión parroquial en Puyloubier, les subraya:

Es mejor hacer la comunión el jueves santo y plantar la cruz el viernes Santo, marchar luego el sábado Santo para encontrarse con vuestros hermanos el santo día de la Pascua.

Carta a Pierre Mie, Marzo 16, 1825, EO VI núm. 174

Dos años antes, Eugenio había escrito desde París para compartir su tristeza por no estar en la comunidad para la Pascua:

Tengo el corazón oprimido, mi querido Courtès, al salir de la Iglesia en la que acabo de ofrecer el santo sacrificio… lejos de vosotros, de quienes no he estado nunca separado en este memorable día. Sí, es la primera vez, desde que nos hemos reunido, que no he celebrado la Pascua con mis hermanos.

Carta a Hippolyte Courtès, Marzo 27, 1823, EO VI núm. 98

Varios años después, continúa pensando igual sobre la importancia de celebrar la Pascua como una comunidad:

no hubiera creído tener que ir a buscarte en misión durante la semana santa. Si me hubieras consultado te hubiera apartado de emprender una misión al comienzo de esa semana. Será la primera vez que nos ocurra esto y prepárate para que sea la última. Primeramente, porque es costumbre permanente que celebremos la Pascua en nuestras comunidades, y que se debe volver de todas partes para encontrarse reunidos durante los días de recogimiento que preceden la gran solemnidad que las corona.

Carta a Bruno Guigues, Marzo 14, 1837, EO IX núm. 609

 

“Lleva a casa contigo la alegría de la Pascua y haz que la casa brille con más amor desinteresado, un servicio más sentido; llévala a tu trabajo y haz todo en el nombre del Señor Jesús; llévala en tu corazón y déjalo elevarse de nuevo en las alas de la Pascua a una vida mejor, más alegre y completa; llévala junto a las tumbas de los seres queridos y repite ahí las dos palabras “¡Jesús vive!” y encuentra en ellas el secreto de esperar en calma, la esperanza de la reunión eterna.” John Ellerton

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