A tan solo siete años de presencia Oblata en Inglaterra, los crecientes resultados presagiaban bienestar para el futuro. Con la prematura muerte del P. Perron que sacudió a la Congregación, Eugenio vio su influencia en la cercanía de la comunidad celestial Oblata, que intercedía por los misioneros.
“Nuestras misiones en Inglaterra prosperan hasta el punto en que sin la revolución, hubiese ido a visitarlas este año. El buen P. Perron las unió por su santa muerte.
En este momento las atienden los PP. Daly, Tamburini, Naughton, Cooke, Noble, Grey, Walsh, Bradshow y Hickey. Debes conocer a varios de ellos, así como al Hno. Cauvin, a quien envío hoy mismo a América, con otros cuatro que ingresaron al noviciado después de tu partida”.
Carta al P. Henri Faraud, en Canadá, Mayo 10, 1848, EO I núm. 95
REFLEXIÓN
La confianza de Eugenio en la providencia de Dios le daba la fuerza para atreverse a lo que parecía imposible por la «gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la salvación de las almas». Ocho de los nueve Oblatos eran vocaciones locales.
«Cristo no desea a quien persigue lo posible, sino a quienes atrapan lo imposible.» (C.T. Studd)
Cómo laicos comprometido, debemos tener esa confianza que tuvo San Eugenio, confianza en la providencia divina, y lanzar las redes para que más hermanos regresen vivir la fé en la parroquia y puedan seguir sintiendo la necesidad de Dios, de participar en comunidad y de participar a las diferentes pastorales.