“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
Retomando la invitación del tema del 37° Capítulo General, “reconocemos nuestra vocación misionera de ser llamados a llevar esperanza a un mundo quebrantado por la guerra, la pobreza y la degradación de la creación. La Esperanza en Jesucristo nos llama a “ofrecer un testimonio explícito del amor salvador del Señor, quien a pesar de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su palabra y su fortaleza, dando significado a nuestras vidas”. (EG 121).
(Actas del Capítulo General, 2022, núm. 10)
El quebrantamiento del mundo llega a todos los aspectos de nuestras vidas, sintiéndonos desesperanzados y creyendo no podemos hacer nada al respecto. San Eugenio nos inspira a confiar en Dios como sus cooperadores:
“Debemos tener algo de valor y confianza en Dios, quien nos muestra el camino y no nos abandonará al actuar en Su nombre y por su gloria. En todos los lugares en que nos hemos establecido el inicio ha sido difícil”.
Carta al P. Eugenio Guigues en Canadá, Diciembre 5, 1844, EO I núm. 50
Esta es una carta que envió a los primeros misioneros en Canadá, que eran pocos e inexpertos. Aun así, confiar en Dios con perseverancia les dio increíbles frutos misioneros. Sus palabras nos siguen animando en el presente: aliviar al mundo sufriente comienza en nuestro mundo personal y comunitario.
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
Como miembros de la Familia Carismática Oblata, compartimos la función profética de la Iglesia: buscar, señalar y promover la presencia de Dios en medio del mal y acompañar a la gente en su camino de transformación.
¡PERO hay una condición! Requerimos estar constantemente en un viaje de conversión personal en la que demos a diario testimonio de la presencia de Dios. A menos que lo hagamos y recibamos la energía del Salvador, tenemos el riesgo de ser como tantos políticos y de usar los mismos métodos. Este es el peligro del que advirtió Eugenio en su declaración de visión que ahora conocemos como Prefacio. Dirigido al principio a los sacerdotes Oblatos, su alcance y vocabulario puede ajustarse para abarcar a toda la Familia Carismática actual.
“Están convencidos de que, si se formasen sacerdotes inflamados de celo, desprendidos de todo interés, de sólida virtud, en una palabra: hombres apostólicos que, convencidos de la necesidad de su propia reforma, trabajasen con todas sus fuerzas por la conversión de los demás, se podría abrigar la esperanza de hacer volver en poco tiempo los pueblos descarriados a sus obligaciones largo tiempo olvidadas. «Cuídate tú y cuida la enseñanza, recomienda San Pablo a Timoteo; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan» (1 Tim. 4, 16)”. Prefacio
A menos que busquemos la conversión constantemente, no podremos soportar las críticas atraídas por el ministerio profético.
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios”. (Constitución 9)
Esta oración me recuerda las palabras del P. Rossetti sobre el sacerdocio ministerial, que aplican por igual a todos los Misioneros Oblatos, hermanos y sacerdotes.
“Si has sido sacerdote por muchos años y miras las décadas de servicio y después de analizar tu ministerio no puedes encontrar una sola vez en que tu predicación, ministerio o testimonio personal haya sido desaprobado, debes preguntarte si realmente predicaste el Evangelio. Si tanto tus palabras como homilías nunca han sido rechazadas por algunos y nunca hemos sido criticados por nuestra actitud pública, entonces nunca hemos predicado totalmente el mensaje de Jesús”.
(La Alegría del Sacerdocio, pág. 20)
Los dos siglos de nuestra historia Oblata están conformados por los nombres de una multitud de misioneros Oblatos cuyo ministerio ha sido profético. En prácticamente cada país donde servimos, se han levantado voces proféticas en contra de la injusticia, la persecución, la discriminación y cualquier otra forma de traición a los valores del Evangelio, de la santidad y justicia de Dios. La desaprobación mostrada en contra de algunos incluso les llevó a la muerte:
Jozef Cebula, Victor Lelievre, Michael Rodrigo, Ludwig Wrodarczyk, Ben de Jesus, solo por nombrar a algunos.
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
“Reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión, dan testimonio de la santidad y justicia de Dios”. (Constitución 9)
Los Oblatos, representando a la Familia Carismática Oblata en su totalidad, se reunieron en el Capítulo General en 2022, describiendo lo siguiente:
“Nuestro camino peregrino e identidad Oblata como misioneros en los muchos aspectos de los pobres, nos llama a vivir como hombres consagrados a través de nuestros votos de castidad, pobreza, obediencia y perseverancia, “haciendo visibles las maravillas forjadas por Dios en la frágil humanidad de aquéllos a quienes llama”. (Vita Consecrata 20). En la formación primera y continua, siempre es esencial la animación.
“La reflexión en los votos nos ayuda a comprender la libertad que nos brindan para amar, ir adonde seamos llamados y vivir sencillamente. Nuestra fe y confianza en Dios como religiosos se reflejan directamente en cómo vivimos nuestros votos. El crecimiento auténtico y fraterno puede surgir de vivirlos a diario, reconociendo nuestra fragilidad humana y perseverando en nuestro esfuerzo por la conversión. Vemos a María como nuestro modelo, confiando en su ayuda para tener fuerza para superar los obstáculos encontrados en el camino”.
(cf. C 13). (Actas del Capítulo General, 2022, núm. 7.3)
Todos los miembros de la Familia Carismática Oblata somos consagrados a través del bautismo. El llamado a reconocer nuestra necesidad propia de conversión y dar testimonio de la santidad y justicia de Dios, es una parte integral de ser cristianos primero y antes que nada, y después en nuestro estilo de vida particular y formas de compromiso.
Todos necesitamos animación, formación continua y reflexión. En nuestro sitio
OMIWORLD (www.omiworld.org) podemos encontrar una gran cantidad de materiales (y vínculos útiles) para ayudarnos.
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
El Padre Jetté nos invita a reflexionar:
“Anunciar la presencia liberadora de Cristo significa recordar Su presencia y papel permanente en la liberación del hombre y el establecimiento de un mundo mejor, que sea más justo, reciba más a los pobres, a los enfermos, a los infortunados. En esto tenemos una discreta referencia a la teología de la liberación, que ve la obra de Dios en nuestro mundo actual para llevarle liberación integral, es decir, no solo de la muerte y el pecado, sino de forma más inmediata, de ciertas consecuencias del pecado, como por ejemplo, las estructuras sociales injustas o la explotación de los pobres por los ricos.
“El nuevo mundo nacido de la resurrección [de Jesucristo]” posee un doble significado.
Antes que nada, es el mundo escatológico que llegará al final de los tiempos, cuando el Reino de Dios se haya logrado por completo y nuestros cuerpos hayan sido transformados, cuando no haya ninguna muerte, sufrimiento o pecado. Pero también es un mundo más acorde al Evangelio, que ya es posible en la tierra, gracias a la acción de Cristo que continúa en los corazones de las personas y a través del ministerio de la Iglesia, que lucha por establecer más justicia, confianza y amor entre los hombres y los pueblos de la tierra. El Reino se acerca y crece al proclamar la Palabra de Dios a la gente; es como la semilla que se coloca en la tierra con la intención de que produzca fruto (Mateo 13:3-23). El Artículo 9 nos exhorta a poner nuestra parte en la llegada de este nuevo mundo que sea más acorde al Evangelio”. (F. Jetté OMI, (El Hombre Apostólico, pp. 101-102)
“Esperar el cielo en la tierra es una ilusión, pero tolerar la existencia del infierno en la tierra no es cristiano. Somos llamados a trabajar con los pobres y ayudarles a hacer de su mundo menos como el infierno y más como el cielo”.
James Cooke OMI
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
En nuestra Regla se expresa el centro de nuestra espiritualidad, el enfoque de nuestro carisma y la fuente de nuestra misión: “A través de la mirada del Salvador crucificado vemos el mundo rescatado por su sangre, con el deseo de que los hombres en quienes continúa su pasión conozcan también la fuerza de su resurrección”. (C 4)
En la Constitución 9 vemos la visión de nuestra fundación, llevándonos a hacerlo con exactitud, como escribió el P. Fernand Jetté, nuestro Superior General de 1974 a 1986:
“… todos reconocen la necesidad de que una Congregación misionera dedicada a la evangelización de los pobres se abra a esta nueva dimensión, con un claro compromiso y según su vocación propia, a luchar por la justicia y la defensa de los derechos humanos. Tal es la razón de este importante artículo, que no carece de elán (ed. fuerza impulsora).
De hecho, el profetismo que requiere, aun cuando pueda asumir en forma especial la justicia social, es mucho más amplia que la sola defensa de los derechos humanos. Expresa la realidad en el centro mismo de la vida religiosa, su profetismo básico, concretamente el mundo, es decir, el mundo lleno de ambigüedad y caracterizado por el pecado en el que vivimos, un mundo a ser reclamado a través de la justicia de Dios y la santidad. De vivir como se debiera, es decir, radicalmente, la vida religiosa es, por su sola existencia y la práctica de los votos, tanto un reclamo absoluto, a menudo callado, de todo lo que es terrenal en el mundo y en la Iglesia, como la proclamación de un nuevo mundo nacido de la resurrección de Cristo.
(El Hombre Apostólico, pág. 99)
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“Como miembros de la Iglesia profética … anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección» (Constitución 9)
Una Iglesia profética escucha, vive y comunica el corazón y mente de Dios. Su estilo de vida y mensaje profético comunican la guía y perspectiva de Dios en las circunstancias actuales. En este año jubilar, la Iglesia nos invita a enfocarnos en ser peregrinos de la esperanza y nuestra Familia Carismática Oblata se concentra en serlo:
“La esperanza es nuestra forma de estar en la Iglesia. Es la base de todo en lo que creemos. Nos hace avanzar en la misión. Al esperar la segunda venida de Jesús, evangelizamos como personas de esperanza llevando las Buenas Nuevas a los pobres y cuidando de la tierra, nuestro hogar común. A cambio, la esperanza que llevamos es recíproca en nuestro compromiso y vida religiosa personal”.
(Actas del Capítulo General, 2022. Capítulo III)
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“Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección (Constitución 9)
Ser profético significa escuchar, vivir y comunicar el corazón y mente de Dios. Un estilo de vida y mensaje profético comunican la guía y perspectiva de Dios en las circunstancias actuales, lo que resume la vida de Eugenio y la base de su evangelización.
“… llevar a los hombres a sentimientos humanos, luego cristianos, y ayudarles finalmente a hacerse santos”. Prefacio
El Papa Francisco nos da una clave para comprender este texto Oblato fundacional:
“Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra”. (Evangelii Gaudium núm. 183)
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“Humildes ante la propia insuficiencia, pero confiando en el poder de Dios, se afanarán por conducir a todos, especialmente a los pobres, a la plena conciencia de su dignidad de seres humanos e hijos de Dios”. (Constitución 8)
A través de los siglos, sigue teniendo eco el primer sermón de Eugenio a los más abandonados de Aix, pronunciado en la iglesia de la Madeleine:
“Conozcan de nosotros lo que son a los ojos de la fe.
Pobres de Jesucristo, afligidos, desventurados, sufrientes, enfermos, cubiertos de llagas, etc., todos ustedes, oprimidos por la desgracia, hermanos míos, queridos hermanos, respetables hermanos, escúchenme.
Ustedes son hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, herederos de su reino eterno, la parte elegida de su heredad; en palabras de San Pedro, ustedes son una nación santa, son reyes, son sacerdotes y dioses, de alguna forma. Son dioses, hijos del Altísimo
Así que eleven sus espíritus para que sus almas abatidas puedan respirar, ya sin ser rebajadas al suelo: ustedes son dioses, hijos del Altísimo (Salmo 81:6)”.
Notas para la primera instrucción en la Iglesia de la Madeleine, EO XV núm. 114
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“No temerán presentar con claridad las exigencias del Evangelio y abrirán con audacia nuevos caminos para que el mensaje de salvación llegue a todos los hombres”. (Constitución 8)
Quienes representaron a la Familia Carismática, reunidos con el Consejo General en 2022, nos dirigieron estas palabras:
“Como Capítulo, invitamos a los Oblatos a responder al llamado del Papa Francisco de tener una «siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos», (Evangelii Gaudium 111). De reconocer que primero, y primordialmente, somos personas avanzando en su peregrinar hacia Dios. Como peregrinos, iniciamos el camino ignorando cómo es al final, confiando en la guía de Dios.
Nuestro peregrinar se equilibra por dos consideraciones: la primera es que comenzamos con una idea de quiénes somos, comprendiendo de dónde venimos; la segunda, es darnos cuenta de que al avanzar en el sendero, nos transforma el encuentro con los demás.
La comprensión que creíamos tener adquiere nuevo significado y nuestro conocimiento personal se transforma al encontrar a Jesús. Recordando a los dos discípulos en el camino a Emaús,
(Lc 24:13-35) creían saber lo que ocurría en Jerusalén, pero su comprensión cambió al llegar a Emaús. Sus corazones ardían al caminar. Sus identidades también se transformaron, viéndose ahora como evangelizadores para ir a anunciar las Buenas Nuevas”.
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